No lo tenía fácil Agustín Fernández Mallo a la hora de abordar una nueva novela, teniendo en cuenta la ambición y pluralidad de temas de la anterior, ‘Trilogía de la guerra’, con la que ganó el Biblioteca Breve y que él denomina su Everest personal. Regresa ahora con ‘El libro de todos los amores’ (Seix Barral), un ejercicio fragmentario -como lo fue la trilogía que lo lanzó, el 'Proyecto Nocilla'- que sigue a una pareja en una Venecia donde se asoman las señales que anuncian un posible fin del mundo. Él es profesor de latín, en pleno año sabático, ella, escritora que recoge pequeños ensayos entre filosóficos y líricos sobre las distintas variantes del amor, alejadas del típico modelo romántico o de las formas más tradicionales que todos conocemos. Poco antes de que se desencadenara la pandemia, el escritor empezó a reunir esos textos mínimos sobre el amor influido por el ejemplo del botánico y estudioso de las flores Tadeo Haenke que en 1790 se vio obligado a clasificar más de 1.000 colores distintos que hasta el momento no se habían detectado. “Quise hacer algo parecido, clasificar microamores o amores alternativos de los que apenas se habla, con las armas de la antropología pero también de la literatura, dejando que las historias enloquecieran a veces a golpe de metáfora y de poesía”, explica el autor gallego radicado con Mallorca, que se ocupa, entre otros, de los amores estadísticos –un asunto que ha querido ampliar en un ensayo en el que trabaja ahora- o de las formas amorosas que se derivan del sistema capitalista.

Amor en Venecia

Y qué mejor que Venecia, la ciudad romántica por excelencia, para convertirse en un símbolo amoroso, aunque evidentemente el autor se aleje de la perspectiva más sentimentoide. “He querido desromantizar la ciudad”, dice recordando que aunque hoy no la percibamos como tal, la ciudad italiana es la cuna del capitalismo, donde se firmó, por ejemplo, el primer cheque de la historia y donde se creó la producción en cadena de la construcción de barcos. “Me gustaba también la idea de que Venecia es una ciudad marmórea que se sustenta en pilones de madera, al revés que nuestras ciudades cuyos cimientos son de piedra. Esto me servía de alegoría del amor clásico, que parece algo sólido, aunque esté asentado en terrenos fangosos e inestables”.

“Me gusta la idea de que Venecia es una ciudad marmórea que se sustenta en pilones de madera, al revés que nuestras ciudades cuyos cimientos son de piedra. Eso sirve de alegoría del amor clásico, que parece sólido aunque esté asentado en terrenos fangosos"

Uno de los referentes de esta novela podría ser el fundamental ‘Fragmentos de un discurso amoroso’ de Roland Barthes, que fue un auténtico best-seller en su aparición en 1977 y aún continúa su andadura, si no se diera el hecho de que Mallo niega haberlo leído como libro, aunque sí en píldoras en el bot automático 'Barthes enamorado' que confiesa seguir y retuitear con asiduidad. “Esto me dice cómo las redes están funcionando en nuestras cabezas. Y no me importaría en absoluto que mi libro acabara siendo también objeto de bot. ¿Por qué no?”. En la lista de influencias habría que señalar ‘La peste’ de Camus, la novela más leída en tiempos de pandemia o la prosa elegante y refinada del francés Pascal Quignard, un autor estimulante y retador para él.

¿Es ese el objetivo para Mallo, retar al lector? “Por supuesto –asegura- pero no de una forma autoritaria. No hay nada que me incomode más que esos autores que se colocan por encima del lector con la intención de que demostrar que son más listo que él. Gente como Thomas Pynchon, único poseedor de unas claves que te da cuando quiere, como si fuera el matón del patio. Yo quiero hacer cosas complejas que lector perciba de una forma diáfana. Y eso, que es parte intrínseca de la moral del escritor, es muy importante para mí”. 

'El libro de todos los amores'

Autor: Agustín Fernández Mallo

Editorial: Seix Barral

244 páginas. 19 euros