Carreras tardó poco en apostar por Manu Herrera cuando llegó al banquillo zaragocista. El técnico decidió el relevo en la portería después de que Bono no mostrara a mitad de curso la fiabilidad que tenía antes, ya que allá por noviembre el marroquí rozó el récord de imbatibilidad de Manolo Villanova, pero sobre todo porque al técnico catalán le gusta que el meta titular domine el juego con los pies, algo en lo que, en teoría, Manu es mejor. El portero madrileño, llegado el pasado verano y con más experiencia a sus 34 años que su competidor, ganó su hueco en el once, pero esa apuesta en la portería, quizá necesaria en su día, había chirriado más que dado argumentos a favor.

El foco, en cierto modo, estaba ya cerca del meta, al que no se le recordaban grandes intervenciones y sí dudas en la salidas y una excesiva tendencia a quedarse bajo palos. Y que, sobre todo, había dejado sombras, con claros fallos ante el Lugo, en la salida que propició el gol de Ferreiro, y frente al Alcorcón, en el mal despeje tras remate de Rafa Paéz, que no habían sido demasiado subrayados porque el Zaragoza había reaccionado después para ganar ambos choques, pero que le dejaban en mal lugar.

Ante la Ponferradina, sin embargo, Manu levantó la mano. Bien alto, además. Fue decisivo con al menos cuatro paradas en la segunda parte que mantuvieron al Zaragoza en el partido y que le dieron la oportunidad de sumar ese punto que propició la diana de Ángel. Raíllo, Aguza, Acorán y Djordjevic se encontraron con el madrileño, que no pudo evitar a bocajarro el gol tras un disparo de Acorán, porque antes Rico mostró su parte defensiva más pobre.

Tras una primera parte donde ni se ensució los guantes, solo para atrapar un manso remate de Berrocal, la segunda mitad trajo la mejor versión que se le recuerda al exportero del Elche. Raíllo, que remató solo en un córner, fue el primero en obligar al arquero a una buena parada. Aguza, tras un centro de Acorán, también exigió la estirada del meta, que, queda dicho, no pudo hacer nada en el gol local.

17 goles en 17 partidos

Sin embargo, sí pudo abortar el segundo gol de la Ponferradina, ya que en el minuto 79 su buena salida evitó el tanto de Acorán tras un nítido contragolpe local ante un Zaragoza desordenado. Por último, la ración de suerte y de buena colocación la tuvo en el disparo de Djordjevic, ya que el ariete rival, con todo a favor tras una buena jugada de Casado por la banda izquierda, remató a portería sin demasiada potencia y Manu Herrera mantuvo el tipo para reiterar su papel de salvador en El Toralín.

Una lesión en pretemporada supuso que el meta madrileño perdiera el tren ante Bono en el comienzo del curso, donde no aprovechó los partidos que le dejó el marroquí por irse con su selección. Sin embargo, ante el Almería el 31 de enero, al mes de tomar las riendas del equipo, Carreras le dio la titularidad. 17 partidos de Liga y 17 goles encajados --Bono recibió esa cifra en 19 choques-- completan su estadística. Por encima de los fríos números, Manu necesitaba una actuación convincente. La encontró en Ponferrada.