Sufrió mucho y hasta un poco más, pero ganó el Zaragoza al Girona un partido que tomó muy mal color en la primera parte y en el que la expulsión de Bigas fue el factor decisivo tras la reanudación para que firmase la remontada al gol de Mata con los de Eldin Hadzic y Borja Bastón. Creyó el Zaragoza en esa reacción, pero solo se sintió superior cuando el rival se quedó en inferioridad numérica, aunque conviene subrayar el ejercicio de fe y de corazón por el lado zaragocista para que los tres puntos se quedasen en La Romareda y no los lograse un rival directo, un Girona con buena pinta mientras estuvo con once futbolistas y que justificó su buen inicio de Liga.

Por supuesto que este Zaragoza tiene mucho margen de mejora, sobre todo atrás, donde también cuenta con demasiadas bajas por lesión (Mario, Rubén y Vallejo), pero no es menos cierto que siempre se progresa con más seguridad, o como mínimo con más tranquilidad, desde las victorias y con Ranko Popovic ha logrado siete puntos de nueve, un buen balance que le ha devuelto a la zona de promoción de ascenso. Crece despacio, seguramente no todo lo que su entrenador y el zaragocismo querrían, y todavía tiene lastres importantes pero este equipo ha frenado la caída que se vivió en los últimos partidos con Víctor Muñoz y vuelve a dar la imagen de estar muy vivo. Limitado e inseguro, sí, pero vivo.

FRAGILIDAD

Vaya por delante que el Zaragoza sigue siendo un equipo demasiado frágil, que lleva 10 jornadas seguidas encajando y que esa debilidad defensiva es un problema gigantesco se mire por donde se mire. Se diría que si Popovic no lo resuelve, o al menos no lo suaviza, la candidatura al ascenso a Primera División no puede ser real por mucha pegada arriba que tenga. Que es indudable que la tiene...

Con el once previsto y ante un Girona con tres centrales y un dibujo atrevido, el Zaragoza quiso salir mandón, pero le duró el plan unos minutos. Suficientes para que Sánchez Martínez comenzase su festival de errores al no señalar un penalti de Carles Mas a Galarreta y para que Becerra le hiciese una gran parada a Borja, que anotaría después un penalti pero que estuvo más negado ante el gol que nunca.

Al Girona le costó muy poco controlar al Zaragoza. No tardó en gobernar el partido mostrando cuajo de equipo ordenado, junto y trabajado, con Pere Pons como guía y con Sandaza y Mata de amenazas arriba. Sandaza tuvo la primera pero remató mal tras un despeje defectuoso de Cabrera y Mata no falló en la segunda. Rico se quedó enganchado y el delantero encaró a Whalley para batirle por bajo.

OCASIONES DEL GIRONA

Por entonces el partido solo era del Girona y Sandaza aún se puso de gol dos veces más sin acertar. Al Zaragoza, con Galarreta y Pedro activos y con constantes cambios de posición en la mediapunta, no le daba para sacudirse la superioridad del rival, pero mostraba sus garras de vez en cuando, normalmente más con fútbol directo que en combinación, aunque es verdad que este equipo trata de jugar más al fútbol que con Víctor. Otra cosa es que lo logre. No mucho, la verdad.

Borja remató alto con todo a favor tras un centro de Fernández y a Javi Álamo su disparo se le fue desviado antes de que el colegiado terminara de soliviantar a La Romareda al no pitar una clara cesión a Becerra, ni ver un posible penalti por mano de Richy. Lo que mostró fue la roja al técnico Pablo Machín en la primera vez que protestó. Probable remordimiento de conciencia. El partido se niveló en el tramo final del primer acto, pero aún tuvo una más el Girona. Lolo se durmió y Ramalho remató a bocajarro para que Whalley se luciera. El meta estuvo nervioso en varias acciones, sobre todo en despejes, pero en esa parada dejó con vida al Zaragoza.

Una internada de Fernández provocó la segunda amarilla para el joven Bigas, una cartulina por otro lado justa porque cortó el avance del lateral nada más volver de vestuarios. Y la decoración cambió por completo. El Girona se marchó del partido y el Zaragoza lo aprovechó. Afiló su colmillo y tuvo fe en la remontada, que no tardó. Becerra le sacó un balón a Borja tras un gran pase de Pedro, pero el rechace le llegó a Eldin, que anotó el empate. El bosnio, ausente en el primer acto, generó también el penalti por mano clara de Ramalho para que Borja por fin pudiera acertar y estableciese su mejor marca goleadora en Segunda, con 11 dianas.

Y el Zaragoza, como tantas otras veces no supo cerrar el encuentro, ni mucho menos dormirlo para que sucediesen pocas cosas. Borja debió sentenciar pero disparó al aire con todo a favor y Whalley dio de cal y de arena. Salió bien ante Sandaza, pero casi regala un gol a Aday. Popovic tardó mucho en mover el banquillo y reforzó la medular con Basha y metió más trabajo arriba con Willian. Hubo ovaciones, para Galarreta, sobre todo, tras su mejor partido aquí, para Álamo y para Borja, pero también un amago de infarto al final, ya que Sandaza no llegó por milímetros al envío de David García con la puerta vacía cuando el partido ya estaba en la prolongación, pero el Zaragoza ganó. Sufrió y venció.