En un sistema democrático donde la representación de la voluntad popular recae en los políticos suceden dos cosas; la primera, que son estos los que nos proponen a los ciudadanos el modelo de sociedad que según su criterio y sobre todo ideología, quieren que se instaure para una convivencia, que sin duda deberá estar respaldada por el mayor número posible de electores, sin marginar por ello a las minorías; la segunda es porque aunque demos soporte de nuestra representación a los partidos políticos, no debe por ello hacernos dejación de nuestros derechos a participar en el desarrollo democrático.

Me atrevo a afirmar que en estos momentos no se están dando ninguna de las condiciones que definen y fortalecen la democracia y el espectáculo político que estamos viviendo, no deja de ser un reflejo de nuestro propio convencimiento de poner por encima del pensamiento y la libertad individual y colectiva estos elementos más materiales, algunos de ellos muy necesarios, pero otros con un rancio carácter anticultural. Al final esto es la respuesta del perfil de partidos políticos que tenemos, dicho de otra forma, somos tal para cual. Si nos centramos en los principales partidos, que todos lo son cuando hay ciudadanos detrás, empezamos observando que, algunos empujan a sus seguidores a un proceso que se caracteriza por enfrentarlos con lo que siempre han compartido y vivido y por otro a un engaño que en el mejor de los casos, que nunca se dará seguirán teniendo los mismos problemas, pues esto, y me refiero a los independentistas, no lo cambiarán, solo la bandera y un terrorismo menor en superficie y posibilidades.

Los hay que cualquier modelo les sirve, porque ellos no tienen ninguno y su bandera es la asepsia de pensamiento, quizás se vean más que en el papel de partido político, en el de árbitro de las posibles soluciones y pactos, pero claro, para ello ya están los ciudadanos.

Otros deambulan por una cierta intelectualidad política que más que aportarles descanso en alguna parte, les conduce a una confesión reivindicativa generadora de espacios con fronteras al entendimiento, porque necesitan para su supervivencia que haya un enemigo enfrente , en definitiva, combaten el mal sin saber cuál es el bien.

Es ya un despropósito total. Aquellos que no manifiestan su respeto por una larga historia que les ha precedido y buscan cambios y transformaciones de una sociedad que no entienden y de la que se alejan, porque creen que tienen bula basada en los muchos servicios prestados, nada más lejos de la realidad, porque no tener la responsabilidad de todo esto conlleva, transmite una desilusión general a la ciudadanía y los conduce a creer que se han equivocado y que todos los políticos son iguales.

Por último tenemos aquellos que consideran que la situación general armonizada por una crisis general es el mejor de los escenarios para acabar siendo el refugio de los que consideran no tener ningún otro camino, o dicho de manera vulgar «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer», entonces, estos en su estrategia, esperan que el resto le haga el trabajo con su pelea de unos contra otros, que no da otro significado que el de la pura ineficacia y sin debate ni posición política reciben los restos de todos y sacan su provecho.

Pues bien, una vez definidos los principales actores, partidos políticos en los que los ciudadanos deberíamos descansar, nos debemos plantear cómo nosotros mismos pertenecemos a ese mismo conjunto y somos la inspiración de lo que en realidad es lo más alejado de nuestros propios intereses.

La dejadez de los valores, la superficialidad de nuestras ambiciones como personas y la carencia permanente de cooperación, que solo se rompe ante desgracias televisadas y que dura el tiempo de la noticia, hace que compartamos un modelo frío, sin sentimientos reales y reclamando que otros hagan lo que nosotros no somos capaces de hacer.

Debemos transformar nuestros espacios para que el ejemplo de unos a otros sea la corriente continua de nuestra forma de ver y entender la vida que nos ha tocado, cambiemos nosotros y el espacio político también cambiará, porque no hay nada fuera de este conjunto global, todos estamos dentro y somos homogéneos, prioricemos el pensamiento ante lo material y con ello garantizaremos una mejor cohesión entre todos, que las aspiraciones de cada uno solo dependan de su propia voluntad y no de fronteras que le pongan el resto y sobre todo, ya que hemos decidido vivir en un sistema democrático, garante de libertades individuales y colectivos, mostrémosle el respeto que necesita para su desarrollo.

*Presidente de Aragonex