La última victoria, la de Gijón, se la debe el Real Zaragoza a Delmás, de oficio lateral derecho. El último empate con goles, contra el Barcelona B, hay que sumárselo a Guti, mediocentro. Ambos canteranos, con pasaporte aragonés. Sin esos cuatro puntos, el conjunto de Natxo González estaría en posiciones de descenso al cierre de la primera vuelta. Los chicos llevan un tanto cada uno, los mismos que suman Buff y Papunashvili, dos auténticos fiascos para una segunda línea que no aporta nada, y uno más que Vinícius, un supuesto delantero que no ve puerta saliendo desde el banquillo, como segundo punta ni como única referencia ofensiva. Antes, Pombo fue el autor de la diana de la victoria frente al Rayo y Zapater, el del honor en Huesca de falta directa. Al margen de Borja, un coloso incluso en sus días más sombríos, la aportación realizadora es ridícula y se sostiene en jugadores designados para otras labores. Percute el Panda y punto porque las asistencias y el desborde en paredes brillan por su ausencia. Por la ausencia absoluta de calidad para establecer un mínimo fútbol asociativo.

¿De verdad que puede permitirse la directiva no acudir al mercado de invierno? ¿Es presentable que el entrenador anuncie en plenas tormentas que todo va a ser fantástico, el año nuevo y el final de temporada? ¿Están todos de cachondeo y les importa un comino el club? "Como entrenador me voy tranquilo a casa", dijo el técnico al final del encuentro después de cruzar el ecuador del campeonato con tan sólo cinco partidos ganados, dos de ellos en La Romareda. De haber sido incapaces de imponerse a dos blanditos filiales. Tienen suerte de que lloviera a mares (tanto como cuando las lágrimas de los gestores caen por la erosionada mejilla económica) para justificar lo injustificable, el tremendo fracaso en los fichajes. Y lo que es peor, la ceguera consciente o inconsciente para renunciar a ineludibles e inmediatos retoques en la plantilla y al cambio de entrenador. Maniobras no para que el equipo alcance el playoff de ascenso, que aún se escucha esa ridícula cantinela, sino para evitar un descenso con el que tampoco soñaban a estas alturas de la temporada pasada el Elche ni el Mallorca. A lo peor piensan que la historia les va a echar una mano. No hay más triste comedia que el drama silenciado que está viviendo el Real Zaragoza.

El proyecto a corto-medio-largo plazo de Lalo Arantegui ha sido el argumento para no explicar nada, para esquivar el seísmo que se aproximaba. Para presentarse en público con una carpeta rebosante de hojas en blanco, de promesas que se han ido cayendo por el peso de la evidencia, de la verdad. El director deportivo no ha logrado formar un bloque fiable ni siquiera para subsistir. El futuro no existe porque carece de base el presente y porque Borja Iglesias, el gran y único acierto, hará las maletas en verano hacia otro destino. Arantegui debería reconocer que el tiro le ha salido por la culata y urgir a sus superiores para releer la situación. Fichar en enero por el procedimiento que sea (vale mendigar) y poner fin a la trayectoria de Natxo González, quien no ha entendido nada.

Es lo de siempre, pero esta vez el inmovilismo supone una afilada y peligrosa amenaza. Hay que evitar una catástrofe histórica. Manos a la obra. Y a los bolsillos si es necesario (no, a los de los ciudadanos no).