«Era mi particular ofrenda a la Virgen del Pilar». Así valoraba el fallecido cineasta Bigas Luna su aportación a las fiestas del Pilar de Zaragoza en el acto más multitudinario del programa, la Ofrenda de Flores. Una idea suya dio lugar al cambio más significativo en sus casi 60 años de historia y que todavía perdura. Este año serán 20 las ediciones en las que las flores llegan desde la calle Alfonso I, Don Jaime I o el paseo Echegaray hasta una estructura metálica ubicada en mitad de la plaza, delante de la fuente de la Hispanidad, y no en la fachada de la basílica, donde se depositaban desde que la ofrenda se abrió a todos los zaragozanos y visitantes.

Fue un verdadero punto de inflexión en su diseño que nacía, tal y como explicaba él mismo en una entrevista concedida a EL PERIÓDICO en el 2008, porque en sus visitas «sufría unas colas impresionantes y cientos de flores se quedaban sin poner». Esa edición de 1998 ganó fluidez, los oferentes que no iban en grupos inscritos ya no tenían que salir desde el paseo Independencia intercalados con los que sí lo estaban, con el correspondiente enfado y el retraso en el horario previsto.

Ganó en proyección, ya que su nueva ubicación ofrecía una visibilidad mayor, un manto de 360 grados. Y ganó en participación, hasta los 300.000 participantes que aumenta año tras año. Dos décadas y sigue vigente, pese a que ya hay voces que apuntan a hacer una revisión, por los mismos motivos que entonces, pero nadie quiere tocar el diseño. El pasillo único desde el que se embocaba la calle Alfonso I hacia la basílica, el más espectacular, se reserva hoy solo para los grupos, pero los organizadores destacan que los nuevos caminos a la Virgen, los que acuden por individual «son los que convierten el acto en multitudinario».

Así lo apunta Gonzalo Cuchi, organizador de la ofrenda desde hace más de tres décadas y testigo de ese cambio que recuerda como «una necesidad porque la fachada de la basílica ya no daba más de sí». El nuevo diseño obligó a poner a más personas a trabajar. «Antes solo trabajaban 20 jardineros municipales que casi no daban abasto con todas las flores que les llegaban, ahora les ayudan otros cien auxiliares», explica. Se ha multiplicado por seis el personal necesario.

«Entonces participaba menos gente que ahora, pero con Echegaray y Don Jaime I hemos duplicado el espacio y el tiempo que dura», añadía. Este año está previsto iniciarla a las 7.00 horas y terminar «sobre las nueve y media de la noche». No es de extrañar que algunos planteen realizarla en dos días.

Bigas Luna le trasladó su idea al entonces concejal de Cultura del consistorio, Juan Bolea, en un momento en el que también se consideraba obsoleto el diseño. Por los técnicos y los políticos que vivieron la primera edición con expectación (e incertidumbre). La respuesta fue excelente.

También hubo tímidos intentos por lograr un recorrido desde la margen izquierda, atravesando el puente de Piedra, espectacular y emotivo para el oferente pero con importantes contraindicaciones. Primero «porque el número de calles a cortar se elevaba considerablemente» y segundo, «porque se cerraría al paso la principal vía de acceso a la plaza del Pilar para los vecinos del Arrabal».

El actual responsable de Infraestructuras, Javier Ramírez, recuerda que la intención de Luna, «con esa visión de director», era crear un «gran manto en el suelo de la plaza del Pilar». Se optó por la estructura actual, pero no descarta que, algún día, se lleve a cabo esta idea. «Cada vez son más los ramos y cestas y a corto plazo habrá que buscar una solución porque no habrá espacio», explica. Cree que es pronto para hablar pero, entre las ideas que se barajan, destaca «aumentar un piso». «Sería lo más sensato». Pero no descarta hacer honor a Luna y apostar por el manto en el suelo. «La imagen sería preciosa», dice.

Los asistentes acabaron acostumbrándose al manto de 360 grados y no un mural en el frontal de la basílica, a ver la figura de la Vírgen en lo alto de una estructura de seis plantas y, con el paso de los años, a los premios al mejor ramo y traje, la escalera para subir a lo alto y casi poder tocar la talla… y este año la ofrenda por internet o la participación de los concejales como un grupo más. Porque si algo funciona...