Uno de cada tres españoles se lo lleva al baño, la mitad come con él al lado y ni siquiera lo apaga para dormir. El smarthpone se ha convertido en un elemento imprescindible de la vida diaria de cualquier individuo, tanto que los psicólogos comienzan a alertar del nivel de dependencia de estos aparatos. Según la Asociación Aragonesa de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Azajer), el 25% de los jóvenes muestra síntomas de adicción al teléfono, aunque la mayoría no se considera dependiente y no pide ayuda.

No es nada nuevo que el móvil genere adicción, pero los expertos consideran que los intervalos de población menores de 18 años están cada vez más expuestos a los efectos que crea vivir con el móvil pegado a la mano.

Desde Azajer lamentan que no existan estadísticas concretas que permitan poder estudiar a cuánta gente afecta esta dependencia en la comunidad. "No se han recogido datos de cuántos adictos al móvil hay en Aragón, pero sí se conoce que la incidencia es altísima a todos los niveles", explicó José Vicente Marín, director terapeútico de la asociación. Estos efectos directos se traducen en una dependencia emocional que puede llevar a un proceso depresivo cuando el usuario no recibe comunicación continua durante todo el día.

La causa del desconocimiento de cuántas personas dependen del móvil de manera enfermiza es que, según Marín, "poca gente reconoce la adicción ya que no consideran el abuso del móvil un problema". Y aunque no existen datos concretos, Marín señala que si se hiciese una encuesta de calle a 100 personas preguntando sobre si sufre los síntomas que revelan la adicción, 25 contestarían que sienten "vibraciones fantasma o la necesidad de consultar las redes sociales de forma continuada".

En cuatro o cinco años en Azajer habrán atendido a casi unas 30 personas que se han acercado a la asociación para reconocer que necesitan ayuda. "Se puede decir que es poca gente, pero precisamente el peligro es que no se conoce la dimensión de la dependencia", aseguró Marín.

Según Marín los jóvenes no reconocen la adicción al teléfono y en muchos casos los padres ni siquiera tienen constancia de que sus hijos sufren dependencia a la red. "Antes, cuando no había internet en el móvil los padres se daban cuenta de que sus hijos abusaban del teléfono por las facturas, ahora que no hay un componente gravoso los padres no se llevan las manos a la cabeza y no ponen remedio".

TRATAMIENTO DE LOS CASOS

Desde la entidad han emprendido programas de reestructuración personal para "paliar la angustia que genera en estos adictos el hecho de no tener una comunicación continua durante todo el día". Y lo hacen desde el tratamiento en el aprendizaje del uso adecuado de las nuevas tecnologías. "No podemos prohibir a nadie usar internet. Los apoyos van dirigidos a una reconsideración del uso del teléfono", explicó el terapeuta.