Era 1987 cuando el programa Erasmus daba sus primeros pasos. Por aquel entonces, apenas 17 estudiantes de la Universidad de Zaragoza lograron aquellas becas que, por primera vez, permitían el intercambio de alumnos entre campus universitarios y 19 fueron los que optaron por venir a Aragón. El proyecto nació con la incertidumbre de cualquier estreno, pero, 30 años después, se ha convertido en un referente académico. De hecho, este curso son más de 1.000 jóvenes de la institución aragonesa los que disfrutan de una beca en el extranjero y un total de 725 han sido acogidos en la comunidad.

«Hablamos de un crecimiento exponencial, que también se ha evidenciado en el dinero destinado al programa. Si en 1987 eran unos 3.000 euros, ahora hablamos de más de 340.000 euros», explicó ayer María Villarroya, directora de secretariado de Internacionalización de la Universidad de Zaragoza. Además de las «acciones estratégicas» que genera el programa con otros países, las personas que participan en Erasmus+ «tienen el doble de posibilidades de encontrar un empleo un año después de graduarse y el 30% que realizan prácticas Erasmus+ consigue trabajo en la misma empresa en la que realiza sus prácticas», añadió. Del mismo modo, los alumnos de FP que participan en Erasmus+ encuentran su primer empleo antes y ganan un 25% más.

«La palabra éxito define el balance de estos 30 años», dijo Eva Eva Pastor, jefa de sección de Relaciones Internacionales, aunque reconoció que «hubo un pequeño bajón» hace unos años por la crisis. «Descendieron las cifras, pero se vio un claro apoyo de las familias aragonesas a sus hijos en cuestión de gastos para que pudieran desarrollar su beca», señaló. Por destinos, Italia, Francia, Alemania, Reino Unido y Polonia encabezan las preferencias.

Raquel Forcano, estudiante de Magisterio en Educación Primaria, ha realizado un Erasmus en la localidad de Lehigh (Reino Unido). «Dado que voy a ser profesora de inglés, opté por ir allí para aprender y conocer desde las raíces el idioma. Ha sido una experiencia 100% positiva a nivel académico y personal. Uno crece en todos los sentidos», señaló.

Por su parte, el italiano Emanuele Vítolo, estudiante de doctorado de Ingeniería Informática, ha estado en Zaragoza para realizar su trabajo fin de máster gracias a un Erasmus y, al término, ha conseguido un trabajo. «Todo el mundo debería vivir esto una vez en la vida. Estoy muy contento porque nunca pensé que sería así», dijo.