La crisis económica ha condenado a la estación intermodal de Delicias a eternizar el vacío que viene sufriendo en los locales comerciales ubicados en sus instalaciones. Ni el precio, ni el número de viajeros, ni las posibilidades de negocio parecen ser aliciente necesario para aminorar el 40% de los establecimientos que siguen sin ocupante. Una oferta insuficiente para el usuario de la estación, y una fuente de ingresos que no es la esperada. Esa es la realidad en el día a día de la terminal ferroviaria de Zaragoza, en la que solo 14 de los 26 espacios habilitados en los vestíbulos de salidas y llegadas tienen actividad.

Cafeterías, estanco, tienda de complementos, papelería, alquiler de vehículos... Esa es la oferta que ocupan esos catorce establecimientos, que representan casi 1.200 metros cuadrados de los cerca de 1.900 que se habilitaron en la apertura de la intermodal. Pero los 720 restantes siguen cerrados, con publicidad en las cristaleras que tapan el abandono que sufren durante años --en algunos casos-- y que el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) no ha logrado enmendar ni con el último concurso público convocado, en agosto del 2013, para el arrendamiento de 43 locales en estaciones de toda España. entre ellas Zaragoza y Calatayud.

Y eso que, según indicaron desde Adif, se ha "ajustado" el precio a las circunstancias económicas actuales, para dar salida a estos espacios vacíos que siguen sin dar rentabilidad. Pero sobre todo preocupa ante la situación en la que podría dejar a la estación el posible cierre del hotel Husa Puerta de Zaragoza. Serían 15.000 metros cuadrados a sumar a un global que es mucho más que 720.

OFICINAS Casi el mismo espacio, unos 13.000 metros están localizados en el vestíbulo de llegadas y están vacíos desde la inauguración, con una promesa constante de ocupación que nunca ha llegado. Al principio, para una comercialización que fracasó estrepitosamente. Posteriormente, para ser utilizadas por el propio Adif y el personal de Renfe Operadora que ahora trabaja en la vieja estación del Portillo en un traslado que nunca se ha llegado a producir por falta de recursos económicos. Cuatro plantas en cada uno de los cinco enormes cubos que conforman este gran espacio para usos terciarios que jamás han tenido utilidad en Delicias. Y que ni el vinilo ni la publicidad estática disimula. ¿Es necesario que en una estación de tren la ocupación sea total?

Esto se preguntan muchos de los comercios que sí funcionan y que tradicionalmente se habían quejado de la caída de las ventas en la intermodal, sobre todo desde la Expo --supera el 25%--, y que nunca viniera acompañada de una renegociación de precios para sus concesiones.

Ellos son los que le dan vida a la gélida estación de Delicias, calor al usuario en los tiempos de espera. Pero suman 1.200 metros cuadrados. Sin ellos, solo quedaría el arrendamiento de los 55.700 metros cuadrados de aparcamiento y los 400 metros que suma el túnel de lavado. Insuficiente para dar vida a la puerta de entrada de la capital aragonesa para miles de viajeros y para, de paso, generar ingresos que ayuden a paliar los elevados costes que tiene mantenerla.