Ya son 60 los centros educativos aragoneses que disponen de un aula de desarrollo de capacidades, un programa en el que Aragón fue pionero y que tiene como objetivo ampliar la atención educativa del alumnado que destaca por su elevado rendimiento escolar o por su capacidad especial en algún área del currículo.

Este curso, 13 centros más (12 de Zaragoza y uno de Teruel) se han sumado a una amplia lista de centros que suman 46 en la provincia de Zaragoza, 10 en Huesca y 4 más en Teruel.

Estas aulas acogen no solo a niños considerados superdotados, sino también a aquellos que brillan en una asignatura o a los que sacan muy buenas notas. Pero el centro también puede proponer la entrada en el programa de estudiantes que no registran un gran rendimiento curricular, pero al que se le detecta potencial académico. «Hay muy pocos diagnosticados como alumnos de altas capacidades. Vienen, principalmente, escolares que van muy bien y a los que se le brinda la oportunidad de realizar una serie de actividades en horas lectivas, generalmente, mientras el resto cursa Lengua o Matemáticas, materias que cuentan con más horas y que el alumno del aula de desarrollo de capacidades suele controlar con suficiencia», señala Maite Gómez, que trabaja la mitad de su jornada en el aula de desarrollo de capacidades del colegio zaragozano Parque Goya.

En su caso, se trabaja con tres proyectos al año. Uno sobre robótica, otro aborda el turismo y el último la ciencia experimental. «También nos sirve para complementar el trabajo que hacen el resto de tutores», dice.

Alrededor de 80 alumnos desde 3º de Infantil a 6º de Primaria acuden a este aula de una a tres sesiones a la semana en función del nivel. «Muy poquitos son los superdotados, apenas 4 o 5, el resto son alumnos que a nivel curricular van muy bien. Aunque, a veces, son escolares que no van tan bien, pero tienen algo especial», incide Gómez. «Se trata de niños con características especiales en cuanto a desarrollo, visión o interés. En definitiva, alumnos con potencial», explica.

En todos los casos, la primera propuesta procede del tutor, que traslada su impresión al resto de compañeros del ciclo y, si entre todos acuerdan que un niño debe o puede acudir al aula de desarrollo de capacidades, se oferta a las familias previo paso por el orientador del centro. «Los padres tienen que dar su permiso, pero el 100% lo hace porque creen que es una oportunidad que no hay que desaprovechar», afirma la docente.

Para ella, el objetivo está claro. «Se trata de atender a la mayor población educativa, con refuerzos y apoyos para los alumnos que los necesiten porque creo que estos aspectos siempre se asocian con niños que están por debajo en cuanto a rendimiento, pero los alumnos con altas capacidades también tienen necesidades educativas y hay que atenderles», opina.