Los abogados zaragozanos rindieron ayer tributo a su patrón honrando a los colegiados más veteranos y a algunos de los más ilustres, entre ellos los dos que han llegado a presidentes de la DGA: Hipólito Gómez de las Roces y el fallecido Emilio Eiroa, que recibió la cruz de San Ivo a título póstumo. Tras la jornada de anteayer, con el juramento de los nuevos colegiados, ayer fue el turno de los curtidos de exponer la belleza de la profesión.

El acto celebrado en el Colegio de Abogados de Zaragoza comenzó de hecho con el reconocimiento a los colegiados de honor, recompensa a los 50 años de ejercicio. Fueron Fernando Ros de la Iglesia, Enrique Toquero Josa, Mariano Gilaberte González, Joaquín Sola Martínez, Andrés Jesús Vitoria Ágreda y Francisco Gracia Cebolla.

Este último mostró cierto tono reivindicativo al recordar su ejercicio, antes y después de la democracia. «Siempre ha habido una tendencia al peligro en el ejercicio libre de la abogacía. Antes por las normas no garantistas sin democracia, ahora de forma más sutil, con los ataques a los colegios profesionales. No se puede ejercer una profesión liberal sin ellos, hay que defenderlos», advirtió a la concurrencia.

Tras este primer homenaje, y un interludio de recuerdo a los fallecidos en el último año, llegó la concesión de la cruz de San Ivo. La recibieron Cristóbal Ramo Frontiñán, que fue vicedecano del golegio, además de referente en la mediación y en la docencia, e Isabel Guillén Broto, coordinadora del máster de acceso a la abogacía de la Universida dde Zaragoza por parte del colegio, reconocido por su calidad.

VIDAS PARALELAS / Los momentos probablemente más emotivos de la ceremonia llegaron con el reconocimiento a los dos expresidentes, igualmente condecorados con la cruz. Dos abogados y políticos que, como recordó la letrada Virginia Laguna, tienen vidas paralelas. Hijos del Cuerpo (de guardias civiles), asturianos de nacimiento, aragoneses de adopción. Y del PAR.

Quizá por ello, Hipólito Gómez de las Roces se refirió a Eiroa, fallecido en el 2013, familiarmente. Recibir la cruz, dijo, «es un honor alto si lo comparto con mi hermano, política y socialmente, Emilio. Seguro que nos ve desde el cielo», afirmó.

Gómez de las Roces tuvo un recuerdo para el partido que fundó y por el que fue presidente, el PAR, «que ha cumplido 40 años, la mitad que yo, defendiendo la unidad de España pero también el crecimiento de Aragón. Ojalá cumpla cien años más», confió.

El expresidente tuvo palabras de agradecimiento para su familia, y se acordó de Carlos Carnicer, cuyo nombre lleva el salón donde fue condecorado. «De algo me suena. No sé cómo hizo para aguantar mis clases y luego llegar tan lejos», bromeó.

Recordó algunos momentos de su carrera política y legal. «Llevo con orgullo los abucheos que recibió en Lérida, cuando defendió el derecho de Barbastro y Monzón a los bienes que aún nos deben, pese a haber decisiones firmes en vía canónica y civil. Ahora, que Roma y Madrid lo hagan valer», confió.

También hizo alusión a los medios, a través de los que quiso comunicarse con la sociedad -recientemente se despidió de los lectores de EL PERIÓDICO- y recordó, respecto a sus orígenes, cuando un vecino de Cariñena le preguntó que cómo, siendo asturiano, había fundado un partido aragonés. «¿Usted es aragonés?, le pregunté. ¿Y por qué no lo ha fundado usted?».