No fue fácil, pero sí menos tenso de lo que en un principio parecía esperarse. Al final, una decisión aparentemente salomónica parece contentar a las dos corrientes del PSOE aragonés que han mantenido un pulso en primarias y que, finalmente, parecen haber acabado en un empate y una relajación de la crispación. En un símil que se ha empleado mucho estos últimos meses, las heridas empiezan a supurar. Pueden reabrirse o cicatrizar. Pero eso solo los aconteceres de los próximos tiempos lo podrán decir.

De momento, los vencedores en las urnas, aunque por poco, fueron los sanchistas abanderados por la diputada Susana Sumelzo, apoyada en las tres provincias por plataformas de militantes y compañeros que han trabajado activamente y con más corazón que apoyos para defender la candidatura de Pedro Sánchez. Por otro, los susanistas, que contaban con la ventaja de tener el aparato a su disposición en un partido en elque eso todavía importa mucho y donde contaban con una aplastante mayoría de apoyos de cuadros medios e intermedios. Por tanto, el perdedor moral en las urnas, Javier Lambán, puede presumir de contar todavía con un elevadísimo apoyo entre los responsables del partido a nivel regional.

Es decir, unos tuvieron el respaldo de la militancia pero otros tenían algo imprescindible de cara a un congreso: una mayoría notable de delegados afines a la candidatura perdedora. Al final, tablas y reparto de puntos satisfactorios para la mayoría, sabedores de que cualquier otro escenario podría haber provocado, en sentido figurado, más derramamiento de sangre.

Ante este escenario, ni unos ni otros podían exigir demasiado. Tal vez el PSOE deba arreglar esta aparente contradicción en la que ejercen la democracia pura para elegir a su máximo candidato pero los órganos intermedios --que al final son los que toman decisiones, como bien se vio el pasado 1 de octubre-- se eligen mediante una representación indirecta. Y con claras contradicciones: las agrupaciones locales tienen un delegado cada 10 militantes, pero si estas superan los 50, tienen un delegado cada 50 afiliados. Es decir, pesa más el apoyo de 20 pueblos pequeños con 10 militantes que el de una ciudad con 200. Un método que, en territorios como Aragón, puede provocar desajustes de representatividad.

Al final, listas equitativas y proporcionales en las tres provincias. Tan solo un pequeño grupo afín a Sánchez ha mostrado su descontento por quedarse fuera de la lista de delegados, aunque la que ellos presentaron fue votada minoritariamente. Querían imponer sus candidatos en una de las pocas provincias ajenas a Andalucía donde Susana Díaz se impuso claramente. Algunos miembros de esta truncada candidatura alternativa consideran que se les ha apartado de forma injusta y critican la tibieza de los máximos responsables sanchistas en la comunidad autónoma. Aunque bien es cierto que estos sanchistas han respetado los procesos de cada provincia, que han sido negociados de forma independiente.

Un sector de la militancia, muy crítico con la dirección actual, también se ha sentido decepcionada por alguna cesión. En especial, por el hecho de que acudan al congreso extraordinario como delegados algunos de los más críticos con Sánchez, como el secretario general o incluso un miembro de su Ejecutiva, como es el caso de Carlos Pérez Anadón, cuya dimisión fue determinante para la caída de Sánchez el pasado mes de octubre. Más allá de lo lógica que pueda ser la presencia de ambos, así lo han decidido los partidarios de Susana Díaz y quienes además tenían más apoyos en el comité provincial de ayer. Nadie quiso plantearse que el secretario general de todos dejara de participar en el congreso sí era su intención.

Eso sí, tener más apoyos tampoco les daba la potestad moral como para imponer lo que las urnas dictaron, y que se decantaron por una victoria de Sánchez, por lo que el reparto en Zaragoza de 14 delegados para cada corriente parece lo más justo. Y más cuando ambas cedieron en las tres provincias para que el sector de Patxi López, votado minoritariamente, tenga también representación en el congreso federal de junio.

Tras meses de tensiones, el PSOE aragonés cierra --se verá si en falso-- la difícil papeleta que tenía que resolver tras las primarias del domingo, en la que la dirección sufrió un duro revés al obtener menos votos que avales y caer derrotada ante los partidarios de Sánchez como nuevo secretario general. Desde entonces, y salvo pequeñas y despreciables excepciones, las llamadas a la unidad y la sensatez han imperado después de unos meses delirantes y cargados de tensión.