«Me dijo que me recargaba cinco euros en el móvil a cambio de que me dejara hacer una felación, me cabreé y le bloqueé en el Whatsapp». De esta forma tan clara y contundente describió un joven zaragozano de 12 años -en el momento de los hechos- un episodio de presuntos abusos sexuales que vivió junto a sus amigos por parte del camarero del bar al que acudían por estar frente al parque en el que jugaban. Fue durante el juicio que se celebró ayer en la Audiencia de Zaragoza y en el que el acusado Ángel V. G., que se enfrenta a 8 años de prisión, lo negó, asegurando que «todo fue un juego entre amigos».

Los presuntos abusos sexuales tuvieron lugar en verano del año pasado en un bar situado en la calle Escultor Palao de la capital aragonesa. Allí trabajaba como camarero el encausado, quien, según la denuncia, embaucaba a menores para mantener relaciones sexuales o para conseguir fotografías sexuales de los menores a cambio de recargas de teléfonos móviles o invitándoles a merendar. Unos hechos que Ángel V. G. rechazó, si bien cuando le leyeron las conversaciones de alto contenido erótico que mantuvo con los jóvenes de entre 12 y 13 años afirmó que «no recordaba» o que «era el lenguaje entre amigos». «Ellos sabían que yo era gay y me dijeron que eran bisexuales, por lo que hablábamos de fútbol, de chicas y de sexualidad», apuntó.

Un aspecto que no pudo aclarar es cómo consiguió los teléfonos móviles de los muchachos e hizo hincapié en que lo único que les pudo regalar a estos jóvenes fue «alguna tapa como a cualquier cliente». De esta forma quiso evitar cualquier tipo de acusación de corrupción de menores.

TELÉFONOS

Una versión totalmente opuesta señalaron los investigadores de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional, quienes aseguraron que el modus operandi era el de «invitar a menores al bar y, cuando estaban solos, hacer cosas de carácter sexual». Se apoyaron para ello en el estudio de los teléfonos móviles, así como la declaración que en su día dieron los niños. No descartaron que hubiera más víctimas y por ello mantienen las diligencias abiertas.

Sin embargo, ayer, por primera vez, uno de los menores -que padece un 48% de discapacidad- se echó atrás en su denuncia inicial y, nervioso, dijo que no llegó a tocarle el pene y a realizarle una felación. Pero otro de los jóvenes, interrogado luego, aclaró que «ha sido por vergüenza».

Este joven aseguró que él le plantó cara, si bien su mejor amigo «no pudo ante la presión». «Me acuerdo cómo estábamos sentados en el bar, le tocó el pene por encima del pantalón y se lo metió al baño», afirmó, mientras recalcaba que «hubo un momento que abrió la puerta, estaban desnudos y me dijo que si quería probar».