El yacimiento celtíbero de Arátikos, en Aranda del Moncayo, no consiguió hasta el 2016 que el Gobierno de Aragón lo declarara como Bien de Interés Cultural (BIC). Fue tras años de reclamaciones y después de que dos hombres, Ricardo Bienvenido G. P. y Mariano Florentino O. M., pusieran en entredicho la seguridad patrimonial de la comunidad tras ser arrestados por, supuestamente, sacar provecho durante una veintena de años del expolio de dicho emplazamiento arqueológico. Ayer, ambos se sentaron en el banquillo de la Audiencia Provincial de Zaragoza, donde negaron las acusaciones por las que se enfrentan a penas de entre 3 y 5 años de prisión, respectivamente.

Aunque durante el arresto realizado por la Guardia Civil ambos aseguraron que se conocían, ayer dijeron todo lo contrario. También rechazaron que fueran los responsables del saqueo de Arátikos y, concretamente, de 18 cascos, datados entre los siglos IV y II a. C., y que salieron de España de forma ilegal para acabar en manos del industrial y coleccionista Axel Guttmann. La alarma la dio en el 2008 el museo Römisch-Germanisches-Zentralmuseum (RGZM).

Sobre los cascos nada declararon, salvo Ricardo Bienvenido G. P., quien señaló que es verdad que tenía un casco en su casa cuando entró la Unidad Central Operativa (UCO) del instituto armado, pero que «fue un regalo de un amigo que hace reproducciones». Preguntado por el abogado de la DGA sobre quién era esa persona, el encausado solo dijo su nombre, Carlos, puesto que, curiosamente, desconoce sus apellidos. El único hecho que admitió el procesado es que su «pasión» era salir al campo y «buscar con un detector de metales monedas». «Compré unos terrenos en los años 70 y me dediqué por gusto a ello, pero en ningún momento consideré que era un tesoro», apostilló.

Ante dicho reconocimiento, las acusaciones y hasta el propio magistrado presidente, Rubén Blasco, le preguntó qué explicación podía dar ante los más de 4.000 objetos arqueológicos (puntas de lanza y de flecha, espadas, monedas, cerámicas, etc) que se hallaron en sus diferentes propiedades; pero solo pudo apuntar: «Lo que sacaron no lo vi, pero apostaría a que no era mío».

Su compañero de banquillo. Mariano Florentino O. M., realizó una declaración muy similar. Se erigió como una persona entendida en la materia e, incluso, como alguien especializado en «comprar pequeñas piezas que para otros es basura, estudiarlas y reconstruir objetos de la antigüedad». En un zulo en una vivienda de Alagón, que el encausado apuntó que era una bodega, los agentes del instituto armado encontraron más de 2.000 piezas que «habían sido adquiridas en el mercado de la plaza San Francisco de Zaragoza, Sevilla y Madrid», según el encausado, a preguntas de su abogado defensor, José María Viladés.

Sin embargo, uno de los instructores de la Guardia Civil explicó al tribunal que Ricardo Bienvenido G. P. les relató que en los años 90 había dado «unas planchas que había sacado del suelo» a otra persona y esta, posteriormente, los había transformado en cascos. La investigación de la Guardia Civil les llevó a Mariano Florentino O. M., que regentaba una tienda de detectores de metales. Además, los agentes contactaron con el albañil que había construido el zulo. «Nos dijo que Mariano Florentino O. M., le había dicho que tenía una cantidad elevada de dinero para comprar efectos viejos». apuntó uno de los agentes. Hoy sigue el juicio.