Los niveles de práctica de actividad física moderada-vigorosa (AFMV) de los adolescentes son más elevados en España, con una media de 60 minutos, que en Francia, con 47 minutos.

Lo pone de manifiesto un estudio que compara las realidades de jóvenes de Huesca y Tarbes (Francia), dos ciudades de tamaño medio que están a un lado y a otro del eje pirenaico y que ha sido realizado por el profesor de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación del campus oscense, Alberto Aibar, sobre una población de 828 personas, mitad españoles, mitad franceses y de los que el 55,3% son mujeres. La investigación ha contado con la colaboración con la Universidad de Pau y ha merecido uno de los premios extraordinarios de doctorado de la Universidad de Zaragoza de este año.

De acuerdo con este estudio, el tanto por ciento de población que cumple las recomendaciones internacionales de práctica de AFMV es reducido, si bien en España el porcentaje (45%), mucho mayor que en Francia (21%).

Así, el mayor nivel de actividad física de los adolescentes españoles en comparación con los franceses se puede encontrar en prácticamente cualquier periodo temporal de la semana, excepto en el tiempo escolar, donde no se observan diferencias significativas entre ambos países.

DIFERENCIAS

Este estudio, que corresponde a una tesis doctoral, muestra como tanto a nivel global como en los diferentes periodos temporales de la semana, los chicos son significativamente más activos que las chicas de su edad.

La práctica de determinados comportamientos sedentarios resulta excesiva en la población analizada, tanto en España, como en Francia. Algunos de estos comportamientos parecen ser significativamente más frecuentes en España --el estudio, por ejemplo--, mientras que otros lo son en Francia --los videojuegos y móvil para comunicarse--.

Las temperaturas más cálidas, menos precipitaciones y el uso de un transporte activo promueven niveles más elevados de actividad física en ambos países. En el estudio se pone de manifiesto que las formas más autónomas de motivación, mayores niveles de satisfacción de las necesidades psicológicas básicas y un mayor apoyo de los padres favorecen igualmente su práctica.

En cuanto a las diferencias culturales, la mayor o menor autonomía sobre la actividad física, y la influencia de los padres y de otras personas, han sido más determinantes en España que en Francia.