Salvador Gázquez Rico se sentará el próximo lunes, 20 de noviembre en el banquillo por haber asesinado a su mujer, Coral González García, en su casa de la avenida Cataluña de Zaragoza, a finales de diciembre del 2015. Un brutal crimen en el que cosió a puñaladas a la que había sido su pareja durante 20 años, según confesó ante la Policía al abrir la puerta.

Habrá que ver si mantiene esta confesión en el juicio con jurado, en el que se enfrenta a hasta 25 años de cárcel que solicitan tanto la acusación particular de la familia (por parte de los padres y uno de los hermanos de la víctima) como la del Gobierno de Aragón.

Según la acusación inicial de la Fiscalía, el móvil aparente del crimen no sería sentimental, sino económico. La pareja había comenzado los trámites de divorcio, y de hecho se habían asesorado en el Servicio de Orientación Jurídica para conseguir un letrado del turno de oficio que les asesorase en la separación.

Sin embargo, siempre según el relato de la acusación pública, Gázquez no llevaba bien el perjuicio económico que le iba a suponer la separación, y durante el día de los hechos, el 15 de diciembre, discutió con su mujer por ello y le recriminó que se se asesorara por su cuenta para reclamarle.

COCINA

Ya en la cama, por la noche, el hombre se levantó sin encender la luz, fue a por un cuchillo de cocina de 17 centímetros de hoja y, tras volver a la habitación, comenzó a apuñalar a la mujer dormida.

Según recogen el resto de acusaciones, ella despertó en un primer momento e intentó defenderse, gritando «socorro, que me matan», algo que al parecer sí escuchó algún vecino. Presentaba heridas de defensa, pero poco pudo hacer ante las más de 40 puñaladas que le asestó su asesino, tanto en la cama como en el suelo, cuando cayó. La última, de tal violencia que atravesó el cuello y dejó el cuchillo clavado en la columna vertebral, de donde fue extraído por los forenses.

Para las acusaciones, el crimen fue claramente un asesinato, agravado por la alevosía (sin posibilidad de defensa de la víctima, dormida) y por el enseñamiento, ya que para la Fiscalía la multitud de heridas agravó innecesariamente el sufrimiento de Coral García. Pide para Gázquez, inicialmente, 22 años de prisión.

Para la acusación particular, ejercida por la familia por la letrada Altamira Gonzalo, merece tres años más de cárcel, y añade a las agravante de parentesco el hecho de actuar por motivos de género.

Las acusaciones también piden indemnizaciones de entre 50.000 y 75.000 euros para cada uno de los padres y entre 30.000 y 50.000 para uno de los hermanos de la víctima. El otro no reclama, y la pareja no tenía hijos.