El día uno de septiembre los vecinos de la comarca oscense de Aínsa-Sobrarbe celebran la fiesta de interés regional de La Morisma en su Plaza Porticada como parte de una tradición que pervive desde la época de la Reconquista.

Una representación popular, llevada a cabo por los propios vecinos de la localidad, recrea la batalla que tuvo lugar en la antigua Villa de Aínsa entre cristianos y sarracenos por el control del norte peninsular.

A las 22:30 de la noche del próximo sábado, uno de septiembre, tendrá lugar la representación popular de la gesta de La Morisma en la Plaza Porticada de la antigua Villa de Aínsa con un aforo disponible para 500 visitantes.

El viernes por la tarde, 31 de agosto, un grupo de recreación histórica librará una lucha de justas medievales en la citada plaza y, por la noche, se celebrará un ensayo general que permitirá tener una vista previa del espectáculo y a los vecinos afianzar sus textos.

El teatro, a cargo de los vecinos del municipio de Aínsa y los más de 25 pueblos que lo componen, contará con 50 protagonistas y más de 400 figurantes espontáneos para conmemorar la batalla árabe-cristiana de la Morisma.

La presidenta de la Asociación Cultural de La Morisma de Aínsa, Isabel Bergua, ha resaltado que "el auténtico milagro es que desde el siglo XVII, los textos han sido transmitidos a través del boca en boca, pasando de padres a hijos", donde los vecinos "se enfrentan al público sin ser actores más que por un día".

La Morisma pretende convertirse en una fiesta de interés nacional ya que "hay familias que aún mantienen el espíritu de la tradición y algunos papeles van por la cuarta o la quinta generación", ha explicado Bergua.

También ha asegurado que "hay vecinos que incorporan en sus textos algún punto de actualidad que se entremezcla con lo antiguo".

La leyenda de La Morisma cuenta que en el año 724 musulmanes y cristianos libraban una batalla por el dominio de Aínsa y el norte peninsular cuando, sobre una pequeña encina, apareció una cruz luminosa que impulsó las estrategias cristianas para frenar la conquista árabe y ganar la contienda.

La batalla se remonta al siglo VIII, pero las evidencias documentales de que existe esta celebración como tradición se hallan en el registro de la Corona de Aragón del siglo XVII, cuando la Villa solicitó financiación para celebrar la fiesta y construir el templete de la Cruz Cubierta, donde tuvo lugar la batalla.