Una notable tranquilidad se respiraba ayer entre los puestos de venta de los mercados de Zaragoza. Parece que los cinco casos de escombrotoxismo -intoxicación por histamina-, detectados en la comunidad aragonesa por un atún ingestado, no han sido suficientes para alarmar a los ciudadanos.

Una de las clientas, Aurora Moliner, aseguró que, a pesar de que solo adquiere este alimento ocasionalmente, «no voy a dejar de hacerlo porque se le da mucho bombo a cosas que no habría que darle». Como Ernesto Blanque, que por su precio no lo consume pero «las intoxicaciones que se han detectado no me van a echar para atrás si me apetece comprarlo».

Estas opiniones coincidieron con las del dueño de uno de los puestos de pescado del Mercado Central, José Luis López, quien resaltó que, en cuanto se conoce una noticia de esta índole, «Sanidad aún lleva un control más exhaustivo». Por esta razón, López sostuvo que «todavía no hay de qué preocuparse» porque «hay que saber si las infecciones se deben a algo que el propio animal contenía o a los aditivos y colorantes que se suelen introducir en las piezas elaboradas».

Eva Castillo, otra clienta, dijo no consumir nunca este alimento aunque, si se diera el caso, garantizó que «no lo compraría hasta que Sanidad no supiera qué tipo de atún está afectado y lo retirara». Eva fue de las pocas que dejaría de consumirlo en estas circunstancias porque, en general, la sociedad no está alarmada ni los vendedores notaron ninguna diferencia en cuanto a la cantidad de venta de este tipo de pescado.

Sin embargo, el dueño de la pescadería Olmeda, Manuel García, comprobará durante los próximos días «si la gente compra porque, normalmente, siempre vendo la pieza que traigo y hoy no creo que lo consiga». García atribuyó la culpa a la «alarma social, como pasó con el panga en su momento».

Solo queda que Sanidad investigue los casos para poder poner remedio cuanto antes.