Alrededor del 43% de los aragoneses de entre 25 y 34 años tiene una carrera universitaria. Sin embargo, este porcentaje se ha reducido en los últimos años. El auge de la Formación Profesional, la crisis económica y la dificultad para asumir el desembolso para estudiar un grado se erigen en las principales causas de este descenso.

Pero, en el caso del alumnado extranjero, llama la atención la notable distancia entre el porcentaje de este colectivo presente en las aulas aragonesas en las enseñanzas de régimen general no universitarias y el que llega a cursar estudios superiores. Según los últimos datos del Ministerio de Educación -correspondientes al curso 2015-16-, el 12,2% de los escolares de la comunidad son extranjeros, pero este colectivo apenas representa el 3,4% en la Universidad de Zaragoza.

LA BRECHA // La brecha es considerable. Los estudiantes llegados de otros países llegan a representar hasta el 27% del total en FP básica o el 31% en otros ciclos formativos. Entre Infantil y ESO suponen entre el 1% el 13% del alumnado total y es en Bachillerato donde menos presencia tienen (7,7%). En todo caso, solo tres comunidades (Baleares, Cataluña y La Rioja) superan por muy poco a Aragón en cuanto al porcentaje de alumnado extranjero en sus aulas. Todas ellas se sitúan muy por encima de la media estatal (8,4%). En centros públicos, este volumen alcanza el 14,4% (la media nacional es del 10%), y en la concertada es del 8,5% en Aragón (casi cuatro puntos por encima de la media).

La presencia de estudiantes extranjeros en las aulas aragonesas creció más de un 62% en una década. Si en el curso 2005-06 había 16.642 escolares, en el 2015-16 creció hasta rozar los 27.000. Solo País Vasco, Ceuta y Melilla tuvieron un aumento mayor.

Sin embargo, todo cambia al llegar a la universidad, donde la presencia extranjera se reduce a un 3,4%, cerca de la mitad de la media nacional (5,9%). En lo que a enseñanzas de un grado se refiere, este volumen es del 3,1% (4,1% de media) mientras que el 7,8% de los universitarios que cursa un máster es de otro país (20,1% en el resto de España).

Entre las razones que explicarían la cantidad de extranjeros que se quedan por el camino se incluyen tanto razones sociológicas y económicas como de planificación educativa. «Cuando se produjo el fenómeno migratorio como consecuencia de los corralitos en Argentina, esos chicos que llegaron sí que alcanzaban la universidad, pero no es el caso en la actualidad. La inmigración que llega ahora es muy variada y, aunque hay muchos con un gran nivel formativo, por lo general hablamos de personas que no tienen uno muy elevado en sus países de origen», explicaba Diego Gastón, sociólogo de la Universidad de Zaragoza.

En este sentido, el factor familiar sería esencial. «El porcentaje de los hijos de universitarios que llegan a la universidad es muy superior a los que no lo son, a lo que hay que añadir, además, cuestiones económicas», añade el sociólogo. «Llegar es muy caro y no todos se lo pueden permitir. Además, el alumnado extranjero puede obtener peores resultados por muchas razones, como el hecho de que cueste más la integración en otro sistema educativo», comenta.

Por eso, para Gastón la receta reside en las etapas educativas más bajas. «Hay que trabajar la pobreza infantil en la población extranjera desde abajo, en Primaria y Secundaria» y añade, en este sentido, que «la población extranjera se concentra en determinados colegios y eso incluye en unos resultados bajos aunque me consta que desde Aragón se está haciendo un esfuerzo considerable en este asunto tanto a nivel de planificación como en los propios centros».

POSIBLES MEDIDAS // También los padres achacan una buena parte de responsabilidad al sistema educativo y, en concreto, a la configuración de la FP básica, que entró en vigor con la LOMCE del Gobierno de Mariano Rajoy. «No llegan pocos a la universidad solo por cuestiones económicas sino educativas. Se les aboca en las enseñanzas medias a la FP Básica con demasiada alegría. Basta ver los datos de extranjeros en esa etapa», indicó la Federación de Asociaciones de Padres de alumnos de la escuela pública (Fapar), que considera necesario reforzar los recursos de atención a la diversidad en las primeras etapas.

Para las familias, la FP básica supone un «buen recurso» pero «es necesaria su dignificación» porque «desapareció como un recurso de atención a la diversidad cuando eran PCPI (Programas de Cualificación Profesional Inicial) y queriendo convertirla en la primera fase de la FP se ha errado en la selección del alumnado y se ha convertido en una salida para apartar al alumnado desmotivado sin base académica y ese es un recurso muy fácil para desviar a los inmigrantes».