La huelga más larga de la historia de Zaragoza ha dado paso a uno de los periodos de paz más amplios que se recuerdan en su autobús urbano. Doce meses han pasado de aquella noche del 8 de abril del 2016 en la que el ayuntamiento conseguía el armisticio entre la dirección de la empresa, AUZSA, y el comité de los trabajadores para sellar una tregua de 15 días de suspensión de los paros que acabó en paz indefinida.

Un acuerdo que implicaba numerosos compromisos por las tres partes y que hoy, doce meses después, no se han traducido siempre en hechos. Otros sí, como el aumento superior al 3% del salario de los más de mil empleados de la empresa por encima del 3%. Un 2% al reconocer la antigüedad y un 1,25% de subida de sueldo durante dos años seguidos, a razón de un 0,5% y un 0,75%. Este era el beneficio económico más inmediato para una plantilla que se dejó «mucho dinero» en aquella huelga que duró desde el 10 de diciembre del 2015 al 10 de abril del 2016. «Prácticamente ya hemos recuperado todo lo que nos supuso», asegura el presidente del comité, Javier Anadón.

La empresa, por su parte, ha dado una vuelta de tuerca a su imagen. Ha pasado de pedir disculpas por las molestias a costear programas para explicarle a los zaragozanos cómo deben usar el autobús (en colaboración con la Federación de Barrios de Zaragoza y 75.000 euros de coste).

También ha cambiado su nombre, ahora se llama Avanza Zaragoza. y ha quitado de en medio a todos los que llevaron aquella dura negociación. Empezando por su gerente, Manuel Ramo, ahora en otros menesteres del grupo a nivel nacional. No tuvo tanta suerte su jefe de Recursos Humanos, Héctor Muñoz, que se dio a conocer por la agresión a un trabajador a las puertas del edificio Aida cuando se dirigía al Servicio Aragonés de Mediación y Arbitraje (SAMA). Hoy nadie duda que aquel episodio fue «clave».

Por último, quien más asumía en costes con aquel armisticio era el ayuntamiento, que empezó prometiendo revertir todo el dinero que se ahorró con la huelga -2,8 millones por kilómetros que no abonó-, en mejoras que luego dejó en poco más de un millón y que aún no ha ejecutado. Y en devolver el dinero de los abonos, que sí hizo. Al menos ha pagado la polémica factura del famoso mediador, Juan García Blasco. Y busca recuperar el uso, hoy un 1% inferior al que era. Pero esa es otra guerra. Y es solo suya.