Las cajas de ahorros han sido el mejor ejemplo del crack que ha sufrido el sistema financiero español durante los últimos años. Bankia, NovaGalicia Banco, la CAM o Caixa Catalunya, entre otras, han revelado los múltiples atropellos cometidos por los consejos de administración durante la gestión de estas entidades en la última década. Todo ello, aderezado con un furor por la promoción inmobiliaria que ha guiado a las cajas de ahorros en su particular caída libre al vacío. Y Caja Inmaculada (CAI) no ha sido una excepción.

Hoy se ha dado vía libre a la creación de una Comisión de Investigación en el parlamento aragonés para tratar de esclarecer hasta dónde llegaron las responsabilidades políticas de los excesos en una caja aragonesa centenaria, y que este año acabará integrándose en el grupo Ibercaja, a través de Caja3. Hoy, el peso de CAI en ese grupo apenas alcanza el 5%.

Pero ¿cómo ha llegado Caja Inmaculada hasta aquí? Por ahora, los focos apuntan en varias direcciones. La vía judicial está en estos momentos abierta y la política acaba de iniciarse. Estas son, de momento, algunas de las cuestiones a las que habrá que responder en el futuro.