Un misterio recorre las calles de Ansó, intriga a sus gentes y ameniza las conversaciones de sus vecinos desde hace meses. Concretamente desde antes del verano, cuando volvió a sus vidas la que ya han bautizado como la ansotana de la curva. Se trata de una mujer dibujada sobre el hormigón y ataviada con el traje regional, a la salida de uno de los túneles que hay en la carretera que une el pueblo con el vecino valle de Hecho. Una mujer que ha reaparecido acompañada de unos versos de Octavio Paz y a la que nadie sabe quién ha llevado allí, ni para qué, ni por qué ahí. Algún significado debe tener pero no parece que alguien quiera conocer las respuestas. Quizá algún día se topen con ellas, como les pasó con este homenaje anónimo.

La peculiaridad de esta historia es que el autor debe ser alguien empeñado en que esta ansotana esté exactamente en ese punto de la carretera, a la salida del túnel que hay bajo la Monja y el Fraile, una escultura tallada en roca por la lluvia y que todos conocen. Porque en enero alguien la pintó por primera vez y ya llamó mucho la atención. Luego fue borrada --se cree que por Obras Públicas aunque nadie lo pidió ni es seguro que así fuera--, pero ha vuelto a reaparecer ahora.

La noche del lunes

Está en ese mismo punto y junto a una evocadora frase: "Hecho de aire entre pinos y roca surge el poema". Un haiku (poemas breves de tradición japonesa) del mismísimo Octavio Paz, que el autor no ha olvidado citar. Aunque el premio Nobel de Literatura de 1990 hablaba de brotar, no de surgir. El caso es que algo debe significar para este dibujante anónimo o para su destinatario.

¿Quién quiere decir qué y a quién? Hecha en colores negro y rojo, solo se saben dos cosas con seguridad: que la pintó "la noche de un lunes a un martes" y que "esta vez, por algún motivo no le dio tiempo a acabarla". Así lo asegura la alcaldesa de Ansó, Montse Castán, quien se declara fan de este inesperado artista. Ella es fuente fiable porque pasa todos los días por esa carretera y así lo atestigua. Sobre lo segundo, se deduce de la admiración con la que habla de la primera vez que apareció la ansotana de la curva. "No sé de arte pero es difícil demostrar tanta fuerza y movimiento con cuatro trazos en el hormigón. Le ha dado vida", valora.

"La primera vez se esmeró más en los detalles, los pliegues del traje, las mangas blancas (ahora no las tiene) y los churros del pelo. Yo le invitaría a que volviera para terminarla, porque se ha quedado como el Ecce Homo, sin acabar", bromea. "Aunque no nos vendría mal que nos pasara lo mismo que a Borja", apostilla.

Todo el mundo tiene su versión en el pueblo sobre tantas incógnitas. Unos se esmeran en buscar parecidos en las mujeres de Ansó. Son muchos los que ya le ponen nombre --que no quieren desvelar-- pero ella, que admite ese parecido, descarta que sea un mensaje sentimental. Otros opinan que podría ser un homenaje funerario. Recuerdan que hace más de 20 años, en ese mismo punto, falleció un joven de una familia que veraneaba siempre allí y que, a raíz de eso, dejó de hacerlo. Porque ese lugar en su día era de escalada. Otros, solo entienden que es "amor a su pueblo" de un vecino que lo expresa con un traje regional que es el orgullo de sus paisanos.

Pero la intriga aumenta a cada versión nueva o cada testimonio. Porque un vecino asegura haber pillado in fraganti al autor, pero también que le prometió en ese mismo momento que nunca desvelaría su identidad. Y él es hombre de palabra.

En definitiva, al menos a la misteriosa niña de la curva la fama le llegó porque se sabía qué quería decir, pero esta ansotana aún no. Y, a la vista del resultado, quizá nunca se sepa. Porque lo que diferencia a un vándalo de un artista es el cariño con el que se recibe su obra. Y el veredicto es claro.