La apnea o patologías del sueño afecta entre diez y veinte veces más a los niños con síndrome de Down. Así se puso de manifiesto en una charla impartida por la doctora Dayana Karina Ng Guzmán, MIR de Neurofisiología Clínica en el hospital Miguel Servet de Zaragoza organizada por el Colegio de Médicos de Zaragoza y la Fundación Down de la capital aragonesa.

El síndrome de apnea/hipopnea del sueño (SAHS) en menores de 6 años de edad, tiene una prevalencia del 1% al 3%, mientras que en los niños de la misma edad con síndrome de Down se halla entre el 30% y el 55%. En los adultos oscila entre el 4% y el 5%, y también la incidencia es mucho mayor en las personas con este síndrome. De hecho, su frecuencia aumenta con la edad y alcanza su máxima expresión entre los 50 y los 60 años.

«El insomnio, los terrores nocturnos, la agitación durante el sueño son muy frecuentes en la población infantil con síndrome de Down», expuso la doctora, que subrayó que la apnea del sueño «es un serio problema de salud que, si no se trata puede terminar por lesionar el corazón y el pulmón, contribuir a problemas psicológicos como depresión, pérdida de habilidades cognitivas, agitación, psicosis y problemas conductuales».

Las personas con síndrome de Down tienen un mayor número de factores que predisponen al SAHS, favorecido por sus características físicas, que explican así la aumentada prevalencia de SAHS en ellos. Por ello, «toda historia clínica y exploración física debe incluir siempre preguntas dirigidas a determinar si puede haber presencia de apneas», destacó la residente.

«El síndrome de Down es una condición prevalente en múltiples comorbilidades y de ahí la importancia, en la Atención Primaria, de sospechar, prevenir, diagnosticar, tratar, seguir y controlar patologías, como la apnea del sueño, en este colectivo», apuntó Guzmán, que recomienda incluir dentro de las exploraciones clínicas y complementarias, antes de los 5 años y luego en la vida adulta, «pruebas y seguimientos en caso de sospecha».