Los consejeros de Desarrollo Rural de Aragón y Navarra, Joaquín Olona e Isabel Elizalde, respectivamente, han abordado hoy el proyecto de modernización del regadío en la zona comprendida entre Tarazona y Tudela, que debe servir para impulsar la actividad agroalimentaria de la zona.

Ambos responsables políticos se han reunido con la Junta General de usuarios del río Queiles y del embalse del Val y las comunidades de regantes de la zona, han informado fuentes del Gobierno de Aragón.

Olona ha destacado que este impulso agroalimentario pasa por la modernización del regadío tradicional a través de la búsqueda de fórmulas innovadoras y ha apuntado que el reto es "afrontar la fragmentación de la propiedad", ya que no basta con soluciones exclusivamente hidráulicas.

Ello requiere, ha añadido, la concentración parcelaria y un enfoque innovador basado en el asociacionismo y la cooperación entre usuarios.

El consejero aragonés ha explicado que se trata de una hectárea por propietario, en 5.000 hectáreas que corresponden a Aragón, lo que hace necesaria una "reformulación en las comunidades de regantes".

Por su parte, la consejera Elizalde ha valorado la colaboración entre ambas comunidades para que el sector primario siga siendo una oportunidad de futuro para el desarrollo rural, con unas infraestructuras de agua "adaptadas a un modelo sostenible".

El sistema de regadío del Val lo forman 10.214 hectáreas de huerta tradicional entre Aragón y Navarra, de las que corresponden a la comunidad aragonesa 5.200 en los términos municipales de Tarazona (3.116 hectáreas), Torrellas (190 has.), Vierlas (267 has), Novallas (1.002 has), Malón (502 has.), Grisen, Los Fayos y Santa Cruz.

Este sistema de huerta tradicional cuenta con una parcelación muy elevada, con parcelas de pequeña superficie y, además, con un gran número de propietarios la gran mayoría de los cuales no se dedican al sector.

Por ejemplo Tarazona dispone de 3.116 has, en una zona con más de 3.000 propietarios, de los cuales más de mil tienen una única parcela.

La colaboración entre los gobiernos de Aragón y Navarra pretende la modernización del regadío con el fin de evitar su abandono progresivo y degradación de la huerta tradicional, adaptándola al contexto socioeconómico y ambiental vigente.