Aragón propone que los deberes escolares sean personalizados, no cuenten para la nota del alumno y tengan un alto grado de voluntariedad. Son algunos de los rasgos que figuran en el documento elaborado por el grupo de trabajo compuesto por todos los sectores de la comunidad educativa y que se entregará de forma inminente al Departamento de Educación.

El interesante texto aborda por primera vez en Aragón el debate acerca de las tareas escolares, pero rechaza cualquier pronunciamiento a favor o en contra de ellos. Más bien, aboga por generar un debate y un «proceso de reflexión», analizando el asunto desde diversas ópticas y apostando por cierto cambio del modelo pedagógico en la concepción de los deberes. En todo caso, delega en los centros los acuerdos a alcanzar en materia de tareas.

El documento, al que ha tenido acceso este diario, reniega de los deberes «clásicos» porque, entiende, son «repetitivos, puramente mecánicos, irreflexivos y descontextualizados» y pretende unas tareas «más abiertas y flexibles, contextualizadas y conectadas con su realidad y motivaciones». De este modo, los deberes necesitan «ser flexibles, imaginativos, plantear nuevos retos, adquirir la capacidad para crear o trabajar en equipo».

En este sentido, el grupo de trabajo, integrado por familias, inspectores de Educación, docentes y técnicos de la dirección general de Innovación, Equidad y Participación del Departamento de Educación, deja claro que los deberes «no se deberían calificar y, por lo tanto, no deberían tener carácter punitivo». Es decir, no contarían para la nota pero sí serían evaluables. «Se podrán calificar los criterios de evaluación y estándares en los que se apoyen, pero nunca los propios deberes ya que, entre otros aspectos, no pueden ser observables por el docente», aclara el texto, que añade que «el aprobado o suspenso de un área nunca podrá deberse a la entrega o no de unos deberes, ya que no existe base legal que lo sustente, así como poner prácticas del tipo de poner negativos a los alumnos, limitarle el tiempo de recreo…». En los casos en que el alumnado no cumpla, de forma reiterada, con la realización de las tareas si estas han sido acordadas entre docentes, alumnado y familias, tanto profesores como padres «plantearán posibles soluciones».

ACUERDO

Porque, además de descartar cualquier carácter punitivo y de emplazar a los equipos docentes a definir la línea del centro al respecto de las tareas, el pionero documento apela al consenso entre docentes, alumnos y familias a la hora de acordar las tareas a realizar por los alumnos, si bien este dispondrá de un «alto grado de voluntariedad». «Si ha habido un acuerdo entre docentes, alumnado y familias y se ha asumido la realización de unas tareas determinadas, el alumnado deberá cumplir con ellos», expone.

Serán unos deberes «personalizados» ya que «para aceptar que tienen cierta utilidad como compensadores de desigualdades, deberíamos hablar de tareas individualizadas y no de las mismas para toda la clase», subraya el documento, que incide en que vincular las tareas a la calificación «iría en contra de la igualdad de oportunidades de todos los escolares».