Salou sigue siendo la playa de los aragoneses por excelencia. La Costa Dorada forma parte del imaginario colectivo de la comunidad -especialmente de los zaragozanos- y no parece que los devaneos y tensiones políticas que genera del indepentismo catalán vayan a cambiar esta vinculación histórica trabada generación tras generación, aunque sí existen síntomas de resquemor en ciertos sectores. Hay opiniones muy diversas, pero los datos oficiales de turismo y transacciones inmobiliarias disponibles hasta el momento no reflejan una fuga significativa y generalizada de turistas de Aragón, que supone el principal mercado nacional de la zona al margen de los propios catalanes. Aunque se mantiene la fidelidad, fuentes del sector turístico de Tarragona temen que las cosas se compliquen en el futuro y la crispación política acabe contagiando a sus negocios.

Los aragoneses representaron el 4,7% de los viajeros de todo el mundo que se alojaron en hoteles, campings y establecimientos de turismo rural de la Costa Dorada en el verano del 2017 (último dato disponible), según datos del Observatorio de Turismo de Costa Dorada, que elabora el Parque Científico y Tecnológico de Turismo y Ocio de Cataluña (PCT), con sede en Vila-Seca.

NORMALIDAD

Este porcentaje es un punto inferior al del 2016 (5,7%) y está por debajo de los años anteriores (el 5,2% en el 2015, el 5,5% en el 2014, el 5,8% en el 2013), pero hay que tener en cuenta que el pasado año fue de récord y la llegada de turistas extranjeros a la zona fue más elevado de lo habitual por la situación complicada que pasaban destinos internacionales como Turquía, Túnez o Egipto. Esto ha podido reducir el turismo aragonés en términos proporcionales pero no absolutos. Sin embargo, la Federación Empresarial de Hostelería y Turismo de Tarragona (FEHT) no facilita más datos del 2017 que permitan hacer un análisis más riguroso y declina responder a las preguntas de este diario.

El peso de la comunidad en el conjunto de las pernoctaciones de visitantes españoles fue del 10% en el 2016, en línea con los ejercicios precedentes (9,1% en el 2015, 11,9% en el 2014, 12,2% en el 2013), según la estadística del PCT. Este organismo, sin embargo, no cuenta todavía con cifras más actuales que permitan valorar el impacto en estos meses de temporada de alta del otoño caliente vivido en Cataluña hace un año, cuando tuvo lugar el referéndum ilegal del 1-O y la declaración unilateral (aunque sin efecto) de independencia.

Los responsables políticos y empresariales de turísmo de la Costa Dorada coinciden en descartar o minimizar que el procés haya dañado al principal motor económico de la zona y aseguran que se mantiene la fidelidad de los aragoneses. «Estos líos nunca favorecen, pero no hay datos objetivos que hagan pensar lo contrario ahora mismo y en la calle no se nota nada», reflexiona el concejal de Turismo, Benet Presas (PDeCat), quien dice no percibir una fuga de visitantes: «Puede haber casos aislados, como también de catalanes que dicen que no salen de Cataluña. La gente va donde le apetece». Estima que la actual campaña «ha sido más complicada» que la del 2017, que fue de récord, pero lo atribuye a causas ajenas al conflicto catalán.

Salou es el epicentro del turismo de playa de nuestra comunidad. Con datos hasta el 15 de junio de este año, Los aragoneses representan el 24% del total de visitantes españoles. En las temporadas anteriores fluctúa entre el 18% y el 25%. «Siempre hemos trabajado con mucho cariño este mercado», apunta Presas.

La concejal de Turismo de Cambrils, Mercè Dalmau (PDeCat), tampoco aprecia que el turismo aragonés esté haciendo las maletas: «Creo que no. Quien tiene su segunda casa aquí o viene tradicionalmente, lo sigue haciendo porque le gusta la zona y está a gusto». «Quizá puntualmente», añade, puede haber algún caso «porque cada persona es un mundo». Los datos de personas atendidas en la oficina de turismo del municipio corroboran que no hay cambios bruscos. En los meses de julio y agosto, los aragoneses representaron el 7,90% y el 6,84%, respectivamente, del total de consultas, algo más que en el 2017 (7.62% y 5,31%).

LOS 'PUMAS'

No ayuda a confraternizar el exabrupto lanzado hace unos meses por el concejal Eduard Pellicer (ERC), que escribió un mensaje en Facebook en el que se refería a los aragoneses que visitan Cambrils como pumas (acrónimo de putos maños). Dalmau lamentó el episodio y pidió disculpas, algo que se vio obligado a hacer el polémico edil.

Desde la Asociación de Apartamentos Turísticos de la Costa Dorada, formada por 72 empresas que gestionan en torno a 25.000 plazas, destacan asimismo que los aragoneses «son uno de los puntales» de su negocio. Su presidente, Joan Calvet, asegura «no haber notado ningún cambio». «Siempre puede haber algún resquemor, pero en general la cosa está calmada», precisa.

Quien difiere de la tesis de que todo sigue igual es Pilar Oliver, de origen zaragozano y gerente de Servicios Inmobiliarios Sant Just, en La Pineda. Ella sí observa cierta fuga de aragoneses: «Evidentemente hay un gran numero que ya no nos elige como destino y son difíciles de sustituir». «El aragonés en general, según muchos de nuestros clientes, se ve afectado de una manera sentimental, porque muchos, ya no se sienten bienvenidos en una zona que consideraban su segunda casa», explica.

También asegura que se está resintiendo el negocio inmobiliario. «Hasta 2016 estábamos creciendo y parecía, que ya nos despedíamos de la crisis económica. En la actualidad, desde mitad del año pasado, hemos experimentado un parón importante que contrasta con el crecimiento que están experimentando otras zonas, como nuestros vecinos de Castellón», sostiene.

No obstante, Oliver considera «exagerada» la leyenda urbana de que muchos aragoneses han puesto a la venta sus apartamentos por el conflicto catalán. Lo cierto es que hay un elevado número de ciudadanos de la comunidad con su segunda residencia allí. Al menos 15.000 viviendas en cuatro de los municipios más turísticos: Salou lidera la lista, con 5.480; seguido de Cambrils, con 5.338, Vila-Seca -municipio del que depende La Pineda-, con 2.985; y Miami Playa (Mont-Roig del Camp), con otras 1.000.