El centro de mayores El Boterón cuenta con un grupo de instrumentistas y de canto que colma las ilusiones de aquellos que no quieren renunciar a su amor por la música

No existe edad para la música. Y los que la hemos amado no podemos aparcarla solo porque nos volvemos mayores y parece que ya no sirvamos para nada. Eso es un disparate y existen posibilidades de seguir desarrollando nuestra afición y nuestros conocimientos". Arturo Grijalba sabe bien de lo que habla. Él mismo ha sido instrumentista de armónica profesional durante 55 años, como solista del trío Simphonics Boys, que se disolvió hace dos años. Y a pesar de que se encuentra jubilado, a sus 74 años se ha embarcado en la aventura de crear un grupo de intérpretes desde el centro de mayores El Boterón, que pertenece a la red asistencial de la DGA.

Arturo dirige el grupo junto con la solista Joana Guillén, y por el momento son ya nueve componentes, entre intérpretes e instrumentistas. Llevan algo más de un año y han decidido dar un paso más. Buscar nuevos talentos y personas con actitud hacia la música que les permita encontrarse plenamente desarrollados. "Queremos dar la posibilidad también a personas que durante toda su vida se han podido sentir artistas, pero que nunca han podido desarrollar sus capacidades o que si lo han hecho, ahora no saben cómo continuar".

Arturo Grijalba no podría concebir la vida de otra manera que no fuera alrededor de la música. Por eso, se resiste a que el paso del tiempo le pueda separar por un momento de interpretar con la armónica. En su opinión, en los centros de mayores, los de día o las residencias deberían potenciarse mucho más si cabe las actividades relacionadas con la música. "A algunos nos da la impresión de que la música es una disciplina que está abandonada y arrinconada en algunos centros de mayores, aún así existen increíbles grupos de rondalla o de jota", señala Arturo. Sin embargo, lamenta que cuando se inaugura un nuevo dispositivo de mayores lo primero que se tiene en cuenta es un espacio en el que poder jugar a la baraja o que se pueda tomar un café. "Eso está muy bien, por supuesto. Son cosas estupendas, para ejercitar la memoria y para mantener vivas las relaciones con los demás. Pero estoy seguro de que muchas de esas personas estarían encantadas de poder alimentar su amor por el canto, o por la interpretación de algún instrumento musical, pero que o bien no han encontrado la forma de desarrollarlo o que no han contado con medios suficientes para descubrirlo", explica este virtuoso de la armónica.

De ahí, que no duda en invitar a los interesados en ponerse en contacto con el grupo creado, en el mismo centro El Boterón, cerca de San Vicente de Paúl. "No estamos buscando a gente profesional, ni mucho menos, ni siquiera es preciso que sepan leer una partitura. Solo es preciso tener una actitud innata, un interés especial y unas cualidades que seguro que ya están latentes. Nosotros les vamos a ayudar a formarse y a crecer en los ensayos, y así poder llegar a participar en nuestros conciertos que ya hemos iniciado por diversas localidades de Aragón". Arturo Grijalba advierte, además, que con este grupo y sus actuaciones no se pretenden ganancias económicas. Muy al contrario. "Nosotros no cobramos nada por actuar. Faltaría más. Lo hacemos con gusto, porque nos encanta y creemos que podemos compartirlo con otras personas". Por el momento, ya han acudido a centros de mayores de Daroca, Figueruelas y de Movera, así como a las residencias de Zaragoza, Euroresidencia y a la de Romareda.