El arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, anunció ayer la instauración del diaconado permanente en la diócesis que administra, servicio que ya se presta en otras como la de Madrid, Barcelona o Sevilla. No será hasta dentro de cuatro o cinco años cuando comiencen a dar servicio a la comunidad religiosa ya que deberán pasar un periodo de discernimiento, tres años de formación y otro de asignación de labores.

Según la carta pastoral publicada por Jiménez, los diáconos podrán ser hombres casados --que obtengan el permiso de su mujer para las funciones--, de entre 25 y 60 años. Su trabajo, además, no será remunerado por lo que los candidatos deben poder conservar su empleo habitual y compaginar ambas tareas.

El pasado mes de noviembre Jiménez avanzó que adoptaría medidas para paliar la situación de falta de vocaciones a la que se enfrenta la diócesis y que está dejando a muchas iglesias sin párroco. Ahora, desde la diócesis aclaran que la decisión no está condicionada por la escasez de curas ya que no se trata de un ministerio "de suplencia", sino que "se concibe como un bien para la Iglesia en general".

Las funciones que desarrollan estos asistentes, en cambio, están restringidas y se mueven en los ámbitos de la caridad (obras asistenciales, Cáritas), la liturgia (bautismo, matrimonio, entierros sin misa, ayuda al obispo y a los presbíteros...), la palabra (catequesis y homilía) o la administración (delegados diocesanos, centros de orientación familiar, relaciones públicas). No pueden confesar, celebrar misa o administrar la unción de enfermos.