El Arzobispado de Zaragoza apartó ayer de su puesto de trabajo al portero de la parroquia de la Iglesia del Carmen, situada en el paseo Pamplona de la capital aragonesa, que fue detenido el sábado por, supuestamente, engañar a unas cien niñas de entre 10 y 14 años para que le enviaran imágenes de contenido sexual tras hacerse pasar por una adolescente bisexual en varias redes sociales. Está en libertad.

A través de un comunicado, la archidiócesis condenó «sin paliativos» los hechos y quiso expresar su dolor y cercanía a las víctimas y a sus familias. También dejó claro que se pone a disposición de las autoridades judiciales y policiales para colaborar y esclarecer cualquier tipo de hecho o circunstancia. No obstante, el arzobispado recordó que hay presunción de inocencia. En el mismo sentido se expresó, Fructuoso Aísa, el párroco de la iglesia en la que trabajaba el joven de 33 años. «Me sorprendió mucho cuando me enteré de su detención», apuntó a EL PERIÓDICO, al tiempo que solicitó que «se aclare lo más pronto posible todo y que se haga justica».

Este era su segundo arresto en poco más de un año, y en este tiempo los agentes habían podido analizar el material que le fue decomisado en la primera detención. En sus equipos han hallado cerca de 121.000 archivos informáticos de carácter sexual, unos 800 de ellos vídeos, correspondientes a 103 niñas plenamente identificadas y a otras muchas aún anónimas.

INVESTIGACIÓN ZARAGOZANA

La investigación del caso, a cargo del Grupo I de Delitos Tecnológicos, comenzó tras la denuncia en una localidad canaria de una madre, cuya hija estaba enviando fotos de alto contenido sexual a una supuesta amiga por internet, que a cambio le hacía recargas de saldo en el móvil.

La técnica de este «ciberdeprededador sexual», como lo define la Policía, se basaba en el grooming, disfrazar la identidad en internet para contactar con los menores. Como adolescente bisexual iba pidiendo a sus ciberamigas fotos de contenido sexual, en ocasiones regalándoles a cambio algo de dinero, recargas de saldo en el móvil e incluso teléfonos. Si desconfiaban, utilizaba fotografías de otras víctimas.