Los episodios que estos días están sucediéndose en Barcelona son hoy sujeto de exhaustivo análisis y serán en el futuro objeto de reflexión histórica.

También el pasado de Cataluña ha sido sujeto y objeto de estudio por parte de algunos intelectuales e historiadores a sueldo de la Generalitat, comisarios políticos, verdaderamente, la mayoría de ellos enrolados en Omnium, ANC y otros pesebres oficiales, sin obra reconocible y con curriculums de muy medio pelo, pero dispuestos a demostrar como sea el grandioso origen de Catalonia, de la misma forma que Goering y los nazis buscaban como el Santo Grial el cuerno de Wotan, los cuernos del uro o la espada de Sigfrido.

A pesar de su pobre perfil académico, estos profesores asalariados por Puigdemont se han dedicado durante los últimos años a escribir libros de textos para los niños catalanes donde se habla de la nación perdida y de los desmanes de una España cruel que maltrata y engaña a Barcelona, habilitando de paso, siempre con dinero público, vergonzantes museos donde se escenifica esa ridícula patraña de la corona catalano-aragonesa, en la que han hecho creer a los más fanáticos y tontos (los mismos). Impulsores de ese burdo revisionismo fueron Jordi Pujol y Artur Mas. Pero, a su vez, otros historiadores bastante más serios que los antes citados han buceado en el origen de ambas familias.

De los Pujol, encontrando un filón de tan jugosos como dudosos negocios, por algunos de los cuales están procesados.

De la familia Mas, descubriendo que descienden de tratantes de esclavos, cuyo repugnantes beneficios sirvieron para cimentar la fortuna del clan.

Un tatarabuelo de Artur Mas, Joan Mas, y su hermano Pere, apodado El Pigat, más un primo carnal, Gaspar, organizaron a lo largo de la primera mitad del XIX numerosas expediciones a África para capturar esclavos y venderlos en las Antillas. Así lo ha documentado Martín Rodrigo Alharilla, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Pompeu i Fabra, autor del libro Negreros y esclavos. Barcelona y la esclavitud Atlántica, siglos XVI-XIX. En 1837, Joan Mas embarcó en La Goleta 257 esclavos de Angola. En 1839, en el Sí, transportaba 360. En 1848, con El Columbia, desembarcó y vendió otros 100 en Cuba... Lo que no obsta para que don Artur (¡cosas de la historia!) esté muy orgulloso de su familia y de su bandera. Negra, claro.