El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, cierra cinco años como presidente de una institución al frente de la cual ha disfrutado de fuerte protagonismo en los asuntos continentales. Socialdemócrata alemán, su perfil encaja en el de un político profesional que, a medida que va ganando peso en su carrera, se va aligerando de ideas propias, asumiendo los argumentarios oficiales e institucionales, en este caso las políticas de austeridad dictadas por Bruselas en los últimos años.

Pese a haber sido uno de sus principales defensores, y haber contribuido a atornillar a fondo a España, ahora Schulz, con un pie en el estribo de la política alemana, donde parece que van a tener que seguir soportándolo, se contradice o desdice de todo lo dicho y sostiene que claro, que cómo van a seguir pidiendo los Gobiernos a sus ciudadanos que trabajen más con menos salario.

«¿Y todo para qué --se pregunta el propio Schulz, como si acabara de caerse con Guindos de la verdad revelada--: Para salvar a los bancos».

Al final, le va a dar la razón a los populismos y comunismos.

Pero a Schulz, lo que más miedo le da no son los bancos, sino la extrema derecha.

El todavía presidente europeo opina que las próximas elecciones en Francia y en Alemania van a ser determinantes para la Unión Europea y entra en pánico cuando le preguntan por una posible victoria de Marine Le Pen en las francesas. Imagino que cuando la viera en la Torre de Donald Trump, pasando a dar el cabezazo al nuevo amo mundial, quien, por cierto, ha declarado la guerra fría a una Unión Europea que considera infestada de alemanes, le debió dar un yuyu. No obstante, Schulz confía en que los franceses tendrán bastante criterio como para no suicidarse políticamente.

Sobre el PSOE, Schulz opina que ha acertado a la hora de favorecer la presidencia de Mariano Rajoy.

Cree que, poco a poco, los españoles aprenderán a valorar este tipo de gestos en el entorno de una gran coalición, más o menos, como la que se ha forjado en su país entre democristianos y socialdemócratas. Y eso que a su partido, el SPD, no le va nada bien, puesto que sigue perdiendo apoyos, en favor de Merkel.

¿Gran político, hombre de Estado, o alto cargo? Yo creo que lo último, por eso seguirá haciendo carrera.