Si una virtud ha tenido el barómetro de opinión de otoño, ha sido la de dejar contentos a todos los partidos políticos. El análisis crítico se ha dejado de puerta para adentro. Y de cara al exterior se han resaltado, ante todo, los aspectos más positivos. De la encuesta nadie sale especialmente malherido, por eso se presta a interpretaciones. Así que cada cual arrima el ascua a su sardina.

El barómetro sirve para constatar un hecho que los socialistas aragoneses se habían empeñado en minimizar hasta ahora, el desgaste que el PSOE está sufriendo en todo el Estado, debido, en gran parte, a la gestión del Gobierno Zapatero durante la crisis económica no alcanzaba a esta comunidad. En algunos momentos ha parecido que Aragón era una especie de isla que se mantenía al margen de la debacle general. Pero ya se ha visto que no es así. El PP se sitúa por delante en intención directa de voto.

Una circunstancia que no coge por sorpresa al equipo de Eva Almunia. Desde buen principio tenían claro que la victoria estaría reñida. De la encuesta los socialistas se quedan con el grado de conocimiento de la candidata y con la simpatía de la marca PSOE. A partir de ahí, sin embargo, no cabe caer en la autocomplacencia. Después de Navidad la consejería de Presidencia iniciará una intensa actividad que deberá proporcionarle un mayor grado de empatía entre los ciudadanos, lo que debería conllevar unos mejores resultados en intención directa de voto.

El PP también va a redoblar sus esfuerzos para hacerse presente, sobre todo en Zaragoza. Luisa Fernanda Rudi, con una actitud algo indolente en los últimos meses pondrá toda la carne en el asador para incrementar la ventaja con el PSOE. Las previsiones son buenas. De hecho en el entorno de la presidenta se considera que la victoria está más al alcance de la mano que nunca. Ahora bien, la consigna es que no conviene relajarse porque el triunfo o la derrota el próximo mes de mayo podrá andar en cuestión de unos pocos escaños.

Pese al esfuerzo de los dos principales partidos, todos los analistas coinciden en que la clave estará en los pequeños. El PAR, por ejemplo, se convierte en una pieza fundamental, sobre todo para el PP. Los últimos movimientos de José Ángel Biel, y la marcha de Marcelino Iglesias, hacen poco probable que pueda repetirse la coalición, que llega al final de la legislatura agotada en todos los sentidos. Las encuestas no son demasiado favorables para los aragonesistas, por mucho que su presidente se empeñe en decir lo contrario. Aunque es cierto que el suelo de votos que tiene esta formación es sólido y difícilmente quebrantable. El más que posible retroceso del PAR preocupa en el PP, que podría quedarse a las puertas del Gobierno.

Sobre todo porque mientras el PAR se desmorona, más o menos, los partidos que vienen por la izquierda están más fuertes que nunca. Tanto IU como CHA marcan tendencias ascendentes. Y no todos los votos nuevos que conseguirían provendrían del PSOE, lo que da cierta tranquilidad a los socialistas. Un eventual tripartito se ve como un opción cada vez más plausible, aunque en el entorno de Eva Almunia no termina de convencer esa posibilidad. Sin embargo, a día de hoy se antoja como una alternativa que les garantizaría cuatro años más de control del Gobierno de Aragón y que sobre todo dejaría a Luisa Fernanda Rudi, al PP y también al PAR, en una situación más que complicada. Sería un palo difícilmente asumible para algunos.