Mientras el alcalde habla de planes ambiciosos y grandes proyectos, lo cierto es que, a pie de calle, la realidad es más cruda de lo que se viene pintando en los últimos días. Los barrios de la capital aragonesa sufren los efectos negativos de la falta de liquidez municipal. Así es como afrontan hoy los colectivos sociales el debate del estado de la ciudad, "con dificultades financieras tremendas", según denunció ayer el presidente de la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza (FABZ), Félix Moreno.

Las subvenciones "no llegan" y sin fondos es difícil afrontar los costes. De hecho, el cobro de facturas derivado de la gestión de los servicios este año acumula "hasta seis meses de retraso" en algunos casos, y en otros estas irregularidades se arrastran desde el 2009. Esta combinación de factores hace que muchas asociaciones vecinales recurran a la financiación externa, lo que supone un coste "difícil de justificar". Muchas de las agrupaciones carecen de patrimonio, por lo que para acreditar fianzas a las entidades bancarias se ven obligados a aportar avales y dinero de sus bolsillos, "asumiendo un riesgo personal", afirmó Moreno.

PARCHES Pero tener solvencia no resuelve el problema y cada colectivo tiene sus hándicaps. En el caso de la Asociación Vecinal Lanuza-Casco Histórico, la acumulación de impagos les afecta en cuanto que mantienen una cuenta de crédito y el banco les adelanta fondos para las facturas.

En el barrio rural de Monzalbarba están "todos pendientes de recibir el 100% de las subvenciones", señaló el alcalde pedáneo, Joaquín Tiestos. Los colectivos deportivos y asociaciones de distinta índole se ven afectados en la medida en que tienen que recortar actividades. La situación es "más preocupante" para la comisión de fiestas. En su caso, no han podido pagar todavía las ambulancias de las vaquillas, pero "no se ve que quien deja a deber es el ayuntamiento", sentenció Tiestos.

La realidad de algunas de las entidades sociales que prestan servicios a los zaragozanos todavía es peor. El Centro de Tiempo Libre Gusantina ha agotado el crédito bancario y ya no le fían. El ayuntamiento le debe "tres facturas del 2009 que suman casi 50.000 euros". Y las últimas que les han pagado a ellos y a cuatro entidades más --Pandora, El Trébol, Adunare y Mesaches-- datan de abril. Es decir, trabajar gratis para no echar el cierre.

"No sabemos qué vamos a hacer este mes", confesó Guillermo Goldaraz, miembro de Gusantina. Necesitan unos 17.000 euros para salir al paso, ya que tienen que afrontar el alquiler de locales, así como los seguros, las nóminas de los trabajadores y las actividades que proponen. Sus ojos hoy también mirarán al debate.