Un pequeño puesto de plantas sin maceta bajo el arco del Deán es un buen lugar fresquito y a la sombra para recuperar fuerzas en medio del ajetreo del Mercado de las Tres Culturas de Zaragoza. En la edición de este año se sigue apostando por las actividades paralelas y se multiplican los recitales, los juegos infantiles y las demostraciones de artesanía. A veces el agobio puede ser considerable, a pesar de que el ligero cierzo de estos días ha hecho más agradables los paseos.

La plaza del Pilar es el centro neurálgico del bazar medieval. Banderones, mástiles y atracciones de madera para los más pequeños. Un grupo de juglares realiza un número de acrobacia en medio de la atenta mirada de las familias. Por lo menos es un momento de descanso para el cercano puesto de venta de quesos y embutidos artesanos. «Llevamos acudiendo más de diez años, este es uno de los mejores mercados de este tipo», asegura Begoña Ciprián, ataviada con una diadema de flores.

No cabe duda de que las morcillas, los chorizos y los jamones son un atractivo. Solo ha que fijarse en los grupos de turistas extranjeros que les hacen fotos como si del lienzo mudéjar de la Seo se tratara.

En uno de los seis mesones que se pueden encontrar callejeando por la zona no son tan optimistas. Prefieren no identificarse y lamentan que, a pesar del género «de gran calidad» que destaca en sus enormes parrillas, los zaragozanos no estén dispuestos «a rascarse el bolsillo».

Los más pequeños tienen su espacio reservado en la plaza de San Bruno. Los juegos de madera y la posibilidad de pintarse el rostro son algunas de las actividades paralelas que se pueden encontrar en esta edición de la feria. También hay recreaciones de lucha con espadas, una muestra de armas para el asedio y hasta una rigurosa -desde el punto de vista histórico- invasión de orcos.

Compañías de prestigio como Los titiriteros de Binéfar, Caleidoscopio, Ixera, Biella Nuei, Trivium Klezmer o Nomaduk son algunos de los artistas que pasarán por los escenarios y las callejas del zoco. Y en la jornada de hoy Los navegantes recrearán en el escenario central la conquista de Zaragoza por parte de Alfonso I el batallador para conmemorar los 900 años de este episodio.

En la zona hebrea de la calle Pabostría, afortunadamente libre de choripanes y mojitos medievales, priman los puestos de artesanía. Es el caso de las pequeñas filigranas de plata que vende Ramón Alomo. «La gente pasea mucho pero tampoco se vende tanto, piensan que es un poco caro y no siempre es verdad», indica.

A determinadas horas el fútbol es un enemigo del comercio. «Lo que más me gusta de estos lugares son los cerdos dando vueltas en las brasas», bromea la vallisoletana María Gómez con su grupo de amigos. Esta noche, a las 21.30 horas, el fakir Testa celebrará el último espectáculo y pondrá el broche al mercado.