El presidente de Aragón, Javier Lambán, y el líder del PP, Luis María Beamonte, mantuvieron ayer un intenso rifirrafe en la sesión de control al Gobierno en torno, no tanto a una cuestión política como de modales. Del tono parlamentario y la cordialidad. Para Beamonte, el presidente del Gobierno, Javier Lambán, se escuda en «el insulto y las faltas de respeto verbales» para ocultar «su escasa capacidad de gestión». Para Lambán, los populares también insultan y lo hacen como consecuencia de su «levedad»· en la acción parlamentaria.

Ambos demostraron con citas poco edificantes de su adversario que tenían razón. Así, Beamonte lamentó joyas empleadas por Lambán en el debate parlamentario como «disléxicos políticos de libro, simples, inyectores de veneno para dividir a la sociedad, deleales, inútiles, indigentes políticos, anomalías democráticas o irresponsables». Mientras que Lambán recordó que el PP no se ha quedad corto y le han llamado «sectario, radical, humillado, esquizofrénico político, bipolar, defraudador arrepentido, incapaz, mentiroso o cobarde». Pero Beamonte insistió en resaltar la «violencia verbal» del presidente del Gobierno, que esconde su incapacidad y busca siempre culpables fuera, «ya sea la Iglesia, la Justicia o su favorito, el Gobierno anterior».

comparecencias / Lambán se defendió atacando, indicando a Beamonte que para él el respeto institucional se demuestra compareciendo en las Cortes, algo que él, dijo, ha hecho siempre que se le ha requerido, quince veces. «No puede decir lo mismo Rudi, que a la misma altura de mi mandato ya había faltado en ocho ocasiones a las peticiones de la oposición», indicó.

«Ese es el respeto que tienen ustedes por las Cortes», indicó el presidente del Gobierno, que no es la primera vez que ha sido criticado por la dureza de sus definiciones hacia sus adversarios. También lamentó que el PP se apropie el «monopolio de decir lo que les dé la gana· amparándose en la libertad de expresión y cuando lo hacen otros lo tachan de insulto.

No obstante, Lambán recogió el guante para extremar la «exquisitez en las formas» y de intentar el reto de acordar, pero emplazó al PP a ser recíproco, a no ser los «incitadores de la discordia» y a abandonar «esa especie de rencor que les invade y que les incapacita absolutamente para los pactos» para trabajar «no por sus intereses, sino por Aragón».