En una nueva vuelta de tuerca en la espiral de pugnas que contraen al PAR, el vicepresidente, Alfredo Boné, pidió ayer la continuidad al frente del partido de José Ángel Biel. El número dos leyó un comunicado en el que argumentaba que ante la falta de unión, lo mejor es dejar el congreso para después de las elecciones y que siga hasta entonces la actual dirección.

El documento firmado por Carlos Franco, Luis Marruedo, Carmen Fortea, Marina Sevilla y el propio Boné dejó boquiabiertos a todos los presentes en la ejecutiva que se reunió ayer. Xavier de Pedro reprochó al vicepresidente las intenciones que escondía la petición y apostó, al igual que Juan Carlos Trillo, por la celebración de un congreso en otoño. El número dos contestó al también presidente de la CHE que no iba a aceptar la sumisión, y que seguirá expresando sus opiniones.

Boné explicaba en su argumentación que el proceso de renovación "no es creíble" y que "se ha perdido el tren" ante la cercanía de las elecciones de mayo. La maniobra del vicepresidente es una forma de decirle a Biel que él mismo se responsabilice de los resultados que el partido va a tener en el 2015, puesto que considera que no existe margen de maniobra ni caldo de cultivo para impulsar un nuevo proyecto.

Pero no es esa la jugada que José Ángel Biel tiene a la cabeza. Ya ha anunciado que deja la presidencia de PAR y así será. Quedó patente en el mensaje que lanzó ayer en la ejecutiva. Advirtió que este órgano no será "neutral", y que llegado el momento se pronunciará en favor del candidato que quiera la ejecutiva. Un aviso a navegantes porque el líder aragonesista sigue teniendo el apoyo de la mayor parte de sus miembros. Entre otras cosas por él mismo los puso ahí, y luego los colocó en diferentes direcciones generales y cargos varios.

Biel controla la ejecutiva, que pondrá las normas del congreso y que llegado el caso apoyará o propondrá al candidato a sucederle. Nadie duda ya que esa persona es el actual secretario general, Arturo Aliaga, algo que no esconde el actual presidente. Lo dice abiertamente. No ve otro sucesor posible. Lo que contrasta con su mensaje inicial, de mantenerse al margen y de no tutelar el proceso.

Ayer se escenificó la unión entre el líder y su delfín, al finalizar la ejecutiva. Todos se marcharon y solo esperaron al final Arturo Aliaga y dos de sus hombres de máxima confianza, Joaquín Serrano y Juan Carlos Trillo. La sucesión está clara y diseñada por Biel desde hace tiempo. Cuando toque, y Biel quiera, este órgano, en sus manos, remachará el relevo dejando claro que los dirigentes están con el secretario general.

De poco sirven las peticiones de Javier Allué, que ayer volvió a reclamar el congreso y exigió neutralidad. Ni una cosa ni la otra. Biel y su ejecutiva respaldan a Aliaga. Todo lo demás, incluso la estrategia de Boné, parece ya anecdótico.