Reconoce que durante muchos años no ha tenido vacaciones. Su pasión por la paleontología le ha llevado a pasar veranos enteros en una excavación, bajo un sol abrasador, pero «feliz», asegura. «Encontrar sedimentos o huesos que uno mismo destierra por primera vez y que nadie ha visto desde hace 17 millones de años es una sensación que no se puede describir», cuenta Daniel De Miguel, uno de los 19 investigadores que esta legislatura ha conseguido un contrato indefinido gracias a Araid.

Tras años de mucho trabajo y de tener que buscarse las habichuelas fuera de España, De Miguel pudo volver a casa el pasado noviembre gracias a la agencia aragonesa y lo ha hecho para desarrollar una línea de investigación única en la comunidad: la evolución de los primates y de la fauna asociada a partir del estudio del registro fósil en Aragón. «Hace 23 millones de años aquí tuvimos primates y tenemos registros que se han pasado por alto, con especies desconocidas. Tengo el convencimiento de que hay yacimientos y sedimentos cercanos de primates muy cerca de Aragón y aquí también lo están, pero las prospecciones no se han hecho en sitios clave y ahí quiero llegar yo», explica.

El investigador, quien desarrolló su carrera con anterioridad en Barcelona, Holanda o Italia, añade que la reconstrucción de la vida de los primates permite «conocer información sobre el calentamiento global actual» gracias a los registros fósiles. «A través de ellos se pueden establecer parámetros sobre el clima, la evolución del ecosistema en Aragón, las especies que migraron o las que se extinguieron por los cambios climáticos», indica.

Huesca y Teruel, según el investigador, tienen registros fósiles de un gran valor donde podrían encontrase resultados. «Los primates coinciden con las condiciones climatológicas que vivieron las faunas de rumiantes y en Aragón hay certeza de la existencia de estas. Por lo tanto, abrimos una nueva línea de investigación para conocer qué primates pasaron por la comunidad», argumenta el investigador.

«El registro fósil es un libro abierto que los paleontólogos podemos interpretar. Es necesario saber qué queda por venir y cómo podemos ayudar a las especies que están en peligro de extinción. De ahí que mi investigación se relacione con el cambio climático, porque para conocer el futuro hay que saber el pasado», añade.

Estabilidad

De Miguel, a quien la paleontología atrapó desde muy pequeño, siente que por fin puede poner en práctica sus conocimientos en su tierra después de que la crisis le obligara a emigrar. «Es una carrera muy vocacional que no tiene unas salidas laborales como puede ser una ingeniería o abogacía. Hay que currar mucho e intensamente, pero el esfuerzo merece la pena cuando una investigación tuya se publica en una revista o encuentras algo que tiene millones de años», señala.

El contrato indefinido que ha logrado a través de Araid le da «estabilidad» y respaldo a su trabajo. «Mi plaza está sujeta a evaluaciones periódicas. No te puedes dormir, sino que hay que mantener una evolución y tener resultados», explica De Miguel, quien se muestra «ilusionado» por poder ayudar a la investigación. «Uno siempre quiere volver, pero no siempre es fácil y parece que antes se debe ser profeta fuera. Estoy muy contento de poder ayudar a que la investigación en Aragón sea más puntera y más acorde con el siglo XXI», asegura.