La cacerolada que ayer pidió una reparación de los espacios dañados por las reformas realizadas en el parque Bruil quizás no tenga efectos inmediatos, pero los vecinos de La Magdalena están dispuestos a mantener sus movilizaciones "hasta que los espacios peor tratados del parque recobren su dignidad", según señaló ayer David Arribas, miembro de la Asociación Vecinal Calle y Libertad, uno de los colectivos organizadores de la protestas junto a la Asociación de Vecinos Arrebato, el AMPA del colegio público Tenerías, el centro de tiempo libre Gusantina y la asociación naturalista ANSAR.

Durante la tarde de ayer, medio centenar de vecinos se congregaron junto al quiosco del parque para reivindicar cambios en la "chapucera reforma, que ha costado un millón de euros". Además, los colectivos quisieron señalar que más que buscar acciones concretas quieren enfocar el problema "desde el punto de vista de la participación" pues consideran que el consistorio "debería conocer las opiniones de los usuarios antes de contratar las obras".

En una cacerolada, que mezclaba su sonido con el de las motosierras de los Bomberos que retiraban las ramas y los árboles dañados por el temporal de viento de hace unos días, David Arribas lamentó que los usuarios tuvieran que estar "dando la murga al Ayuntamiento de Zaragoza cuando es el consistorio el que debería habernos dado la murga a nosotros".

Los colectivos convocantes consideran culpables de la mala situación a los responsables de Parques y Jardines y apuntan que "hay aspectos que son muy fáciles de reparar", como pueda ser el peligroso adoquinado con multitud de agujeros que debería estar lleno de tierra o el vallado de las pistas deportivas.

Idénticas reivindicaciones tienen las personas que gestionan el quiosco del parque. Desde que abrieron, a mediados de marzo, han detectado un gran descenso en la afluencia de vecinos. "Hay padres a los que les da miedo bajar con niños y carritos porque está todo lleno de agujeros", indican.