«No te preocupes, te daré la Putin (cocaína de alta calidad)». Esa frase pertenece a uno de los pinchazos telefónicos que la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Uydco) de la Jefatura Superior de Policía de Aragón ha llevado a cabo en una operación especial contra el narcotráfico y que se ha saldado con la desarticulación de una importante organización que operaba en Zaragoza. El operativo, que adelantó EL PERIÓDICO, se ha saldado con la detención de 20 personas.

Junto a los arrestos, el Grupo I de Estupefacientes de la Policía practicó seis registros en los que se intervinieron 1.200 gramos de cocaína, diversos efectos para la comercialización de la droga, marihuana, hachís, balanzas de precisión, envasadoras, un vehículo y más de 28.000 euros. Tenían su centro de operaciones en un bar restaurante del casco histórico de la capital aragonesa.

Las investigaciones comenzaron el mes de diciembre del pasado año sobre un individuo que tenía un alto volumen de clientes a los que vendía directamente diversos tipos de sustancias estupefacientes, fundamentalmente cocaína y speed. Las pesquisas fueron avanzando lográndose la identificación tanto de los proveedores y del resto del grupo criminal como del cabecilla de la organización.

Gracias a la intervención de las comunicaciones, los investigadores tuvieron conocimiento de que se iba a producir un abastecimiento de cocaína al máximo responsable de la organización en la capital aragonesa. La cita era en una habitación del hotel Boston. En ella se vieron el jefe de la banda y una joven que había realizado un viaje desde Bélgica a Barcelona, donde recogió el kilo de cocaína que, posteriormente, entregó en Zaragoza. Los agentes pudieron constatar que el paquete de la droga estaba acompañado de una fotografía en la que se representaba un militar ruso, de ahí que los arrestados llegaran a denominar como Putin a la sustancia estupefaciente que distribuían.

‘IN FRAGANTI’ / Ambos fueron sorprendidos en la habitación que habían reservado. Según pudo saber este diario, el proveedor de la droga, afincado en Mallorca, llegó a llamar a la habitación, la 636, para certificar el éxito de la transacción, si bien la respuesta negativa hizo que se pusiera nervioso e intentara huir del país. Con lo que no contaba, según fuentes consultadas, era con que estaba siendo investigado y su detención era inminente. El arresto se produjo en el aeropuerto Madrid-Barajas cuando iba a volar a Casablanca (Marruecos).

De todos los distribuidores de la cocaína arrestados, uno de ellos destacaba por su gran actividad. En una misma noche era capaz de vender 20 papelinas en diferentes bares de ocio nocturno de la capital aragonesa.