Primer susto del año en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza. Una filtración derivada de una tubería de cobre que suministra agua caliente y que ya llevaba un tiempo «dando problemas», según confirmaron fuentes del campus público, provocó ayer la caída de una pared en un laboratorio —situado en el sótano-— del área de Arqueología y Prehistoria.

El incidente, con el que se encontraron por sorpresa varios profesores y trabajadores que acudieron al centro pese al cierre estos días del campus, hizo ceder una bancada de armarios en los que se guarda y conserva diverso material científico que quedó «destrozado», según palabras del catedrático de Arqueología y profesor de la facultad, Manuel Martín-Bueno. «Contamos con un gran depósito de maderas antárticas, que llevan dos siglos secas y bien conservadas, y de las que una cuarta parte han quedado empapadas», explicó este experto. «Las pérdidas son importantes desde el punto de vista científico, porque se han roto o son muestras que se han mezclado, y supondrá un retraso considerable en la investigación», añadió, al tiempo que precisó que hay «armarios sin abrir», por lo que la situación podría ser «peor».

MATERIAL Y PRÁCTICAS

La zona, destinada a la limpieza de piletas, secadoras y donde hay un arcón frigorífico para materiales orgánicos (maderas, textiles y cueros), fue inspeccionada por personal del servicio de mantenimiento y hoy está previsto que vuelvan a evaluar la situación junto al responsable de los materiales para comprobar hasta donde llegan los daños. «Habrá que picar la pared y arreglar la tubería, por lo que el laboratorio por el momento queda inutilizado», detallaron fuentes de la Universidad de Zaragoza.

La pared, reblandecida por una continua humedad derivada de la tubería de agua, hizo que los tacos de sujeción de los armarios no aguantaran y se produjera el derrumbe. «Hoy han sido materiales técnicos, equipos que son difíciles de sustituir porque no hay fondos, materiales en proceso de restauración. No quiero pensar lo que hubiera ocurrido un día de trabajo cualquiera o un día en que tenemos allí prácticas con los alumnos. Podría haber ocurrido una desgracia», apuntó el profesor Martín-Bueno.

Conserjes, personal de mantenimiento, de limpieza y algún docente achicaron agua con cubos para tratar de acondicionar un poco el laboratorio.

«Esto es la historia interminable. El panorama no puede ser mas desolador y mal comenzamos el año», dijo el catedrático. Mientras los incidentes se siguen sucediendo, el edificio de Filosofía y Letras sigue a la espera del inicio de unas obras que, cada día que pasa, se hacen más indispensables.