Prescindir de la gente válida y dejarla tirada en el camino se ha convertido en el auténtico deporte nacional de la política aragonesa. No hay partido que al acercarse unos comicios no desperdicie una parte de su capital humano por vendetas orgánicas que tanto confunden al elector y, a la larga, tanto daño hacen a la propia organización. Este año se ha llevado la palma el PP de Zaragoza, aunque el PSOE provincial también hizo méritos y a punto estuvo de reeditar las absurdas tensiones Belloch-Pérez-Lambán tan perjudiciales para los tres. Recuperando imágenes olvidadas de las viejas pugnas Senao-Atarés de principios de los 90, antes de que Luisa Fernanda Rudi y Santiago Lanzuela se hicieran con las riendas del partido, las listas electorales del PP al Ayuntamiento de Zaragoza y a las Cortes representan un ejercicio de cainismo de primera magnitud.

No se trata de dibujar a los arrumbados como héroes, pero está claro que Domingo Buesa se ha equivocado --acaso por eso parece tan nervioso--, y que Gustavo Alcalde se ha dejado seducir --acaso por eso sigue tan callado--. El PP, en plena crisis desde el bofetón electoral del 2003, estaba más que necesitado de personas con proyección y con nombre propio. Y es evidente que Ricardo Mur y Jorge Azcón eran concejales que se lo creían, que trabajaban y que proyectaban al exterior una militancia popular moderna y renovadora. Eran una especie de jugador franquicia de la lista municipal. Su único y grave pecado fue su fidelísima adscripción al sector perdedor del exalcalde José Atarés en el congreso del 2005, una cumbre que, ahora se ve, se cerró en falso. Acaso el gran error de Azcón y de Mur fue creer que trabajándose a Alcalde y a Antonio Suárez iban a encontrar un espacio para seguir en cargos públicos. Pero ni la intermediación de Madrid ni su reconocida valía han servido a los sacrificados para salvarse de la pira.

El proceso de recomposición de fuerzas en un PP necesitado de cohesión en su papel opositor ha estado plagado de errores. Un ejemplo es lo sucedido en Calatayud. Fue precisamente Buesa, encomendando la fontanería a un Luis María Beamonte recién reubicado de bando, quien precipitó la crisis con Fernando Martín, cesado como secretario regional del partido. Retirar apoyos al alcalde bilbilitano antes de las elecciones, sin darse cuenta de que podía darse una fuga de alcaldes de la comarca al PAR de la mano de un José Antonio Sanmiguel tentado por el consejero aragonesistaAlfredo Boné, fue un error manifiesto. Un fallo que se pone de relieve con el cierre de listas, pues el fernanmartinismo seguirá imperando en el PP bilbilitano de la mano de los Delso y con la candidata Mercedes Sarrate impuesta por el alcalde y con el propio Martín en los primeros puestos de la lista autonómica.

Así, la lista de Buesa, cuyo cierre ha traído de cabeza incluso a la dirección nacional --se afirma que el exministro Javier Arenas ha estado muy preocupado e intentó hasta el final un acuerdo--, sólo puede ser interpretada en clave de compromisos personales. Entra gente válida, pero de dudoso recorrido político. Y Buesa ha cometido el mismo error que cometió en el 2003 con fichajes como el de Lola Serrat, una mujer excelente, preparada, honesta, pero que durante estos años no se ha dedicado en cuerpo y alma a la política municipal, sino que ha seguido con numerosos compromisos profesionales. No se le recuerda a Serrat un cuerpo a cuerpo intenso con el equipo de gobierno en estos cuatro años. De ahí que la pregunta que se hacen muchos en el PP es quién se encargará de apretar dialécticamente al equipo de gobierno una vez pasada la Expo, caso, como apuntan las encuestas, de que se mantengan en la oposición municipal. ¿Será el ingeniero José Manuel Cruz, cuyo mayor mérito en política fue acompañar a José Vicente Lacasa como presidente de la CHE en la época del trasvase del Ebro? ¿Será el profesor ugetista Manuel Medrano, recompensado ahora por haber sido el negro en la política cultural del PP zaragozano, encarnada en el hasta mayo diputado José María Moreno? ¿Será el propio Moreno, auténtico número dos de Buesa y que es quien probablemente se ha buscado más enemigos en este proceso de reajuste en el PP zaragozano?...

Hay otras cosas que no se entienden de la lista de Buesa. Ese cierre con José Luis Santacruz y Rudi en los puestos 30 y 31, por ejemplo. ¿Quién se lo iba a decir a la exalcaldesa y eurodiputada? Estar en la lista de quien desde la dirección general de Patrimonio --Buesa ocupó este cargo en el Gobierno de Lanzuela-- le minó la moral con varios temas. Pero la política es así, como el fútbol... Al menos para el exconcejal de Urbanismo, Santacruz, aparecer en el puesto 30 puede suponer una cierta satisfacción. Por primera vez en su vida política --y ya está jubilado-- va a ir por delante de Luisa en una lista, aunque sea para figurar.

Y ante este galimatías zaragozano hay muchos en el Partido Popular que ya echan cuentas. Los barones de Huesca y Teruel, Antonio Torres y Manuel Blasco, aparecen muy bien situados. Especialmente el segundo, quien ahora sí tiene muchos números para conseguir la dirección del partido en Aragón si Buesa y Alcalde no consiguen unos buenos resultados electorales. Blasco es el elegido en Madrid. Hay gestos que delatan a la dirección nacional, pues el alcaldable turolense forma parte del comité de dirección del Senado, se le reserva la defensa de temas de relumbrón y ha renovado los segundos niveles del partido en Teruel muy al gusto de Rajoy y de Acebes: caras nuevas, gente bien, mujeres con rasmia... Alcalde y Buesa no solo se juegan los cargos institucionales. Se están jugando su futuro en el partido. Y no parecen enterarse.

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