Los negociadores de la Policía Nacional tienen que ser socialmente cálidos y emocionalmente fríos para resolver situaciones límite como el atrincheramiento de un hombre en Zaragoza esta semana, que ha sido la única de las siete intervenciones graves del año que no ha concluido de forma positiva.

Así lo ha explicado hoy a la prensa el inspector responsable del Equipo Nacional de Negociación de la Policía Nacional, integrado por cinco profesionales que lideran, apoyan y forman a los negociadores que hay en cada Jefatura Superior de Policía. En toda España son treinta agentes titulados los que ejercen esta labor.

El Equipo Nacional de Negociación coordina y asesora por teléfono desde Madrid a los negociadores territoriales y en ocasiones -las más graves o complicadas- se desplazan al lugar del incidente para apoyarles, como ocurrió el martes pasado, cuando fueron a Zaragoza para atajar el atrincheramiento de un hombre que llevaba desde la noche anterior en un bar, amenazando con suicidarse.

Ha sido el único de los siete casos graves en los que han intervenido este año -de los 80 que han supervisado en total- que no han podido resolver positivamente, ya que tras 20 horas atrincherado el hombre se suicidó.

Aplicaron el protocolo habitual y, una vez agotadas todas las posibles vías de solución, porque el hombre solo quería ver a su expareja y eso no se podía permitir porque era peligroso, decidieron obligarle a salir lanzando gases en el interior del local.

Habló con ellos, mostrándose tranquilo, pero poco después se metió en una estancia pequeña y se disparó.

"Lógicamente un caso así nos afecta, porque no solo es trabajo, sino que hay una implicación personal y el resultado es negativo", reconoce el inspector, que explica que después de una situación así se analiza cómo se ha actuado para mejorar de cara al futuro.

Los 30 agentes negociadores tienen un título específico para desempeñar esta labor, y los cinco miembros del Equipo Nacional tienen además una formación integral que incluye Derecho y Psicología, con cursos relacionados con esta materia impartidos por policías e instituciones internacionales.

El perfil del negociador es el de una persona culta, con capacidad para comunicar, que sabe escuchar y que se pueda adaptar a cualquier circunstancia y medio.

"Tiene que ser socialmente cálido y emocionalmente frío", resume el inspector.

La delicada labor de estos profesionales se centra básicamente en escuchar y en ofrecer una solución alternativa a una persona "en estado crítico".

"El negociador trata de usar todos los recursos a su disposición, y si no los tiene los busca, para revertir la situación y bajar a una persona de la situación emocional grave en la que se encuentra a una situación racional", resume.

Por eso en algunas ocasiones, como la de Zaragoza, utilizan un lenguaje coloquial o sencillo, y en otras más técnico. El caso es "conectar" y luego negociar y convencer.

El trabajo de los negociadores de la Policía Nacional se centralizó en 2009, cuando se remitió una circular que obligaba a avisar a la Sección de Secuestros y Extorsiones, dependiente de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEF), de cualquier incidente, secuestro o extorsión con rehenes.

Desde entonces hay un teléfono que funciona las 24 horas en el que se reciben estos avisos y en el momento los profesionales evalúan cómo apoyar y coordinar a los negociadores territoriales, y si es necesario que ellos mismos vayan al lugar.

En 2014 el Equipo Nacional de Negociación ha supervisado 80 casos ocurridos en toda España.

Entre ellos se han enfrentado a siete incidentes con o sin rehenes -todos positivos menos el de Zaragoza-, a seis secuestros o extorsiones relevantes en España y a siete secuestros reales o virtuales fuera de España.

Una de las intervenciones internacionales fue el rescate el pasado mes de marzo de un niño en Bolivia, en un caso relacionado supuestamente con el narcotráfico.

El inspector explica que estas misiones internacionales tienen la particularidad de que los agentes españoles no juegan con sus reglas habituales, sino con las que dicta el país en cuestión.