Desde a un libro a un carrito de bebé, pasando por calcetines de nieve, velas decorativas o gorros de lana. Todo esto se podía encontrar ayer en la Feria del trueque que organizó la oficina verde de la Universidad de Zaragoza. En esta feria no existe el dinero, únicamente la voluntad de los asistentes por conseguir unos lo que otros ofrecen.

La organización puso, a disposición de quien quisiese participar, mesas y caballetes para que cualquiera montase su puesto. De esta manera y pese al frío, entre organizaciones y particulares, fueron 15 las mesas que se levantaron junto al estanque de la universidad.

El espíritu no es benéfico, ni la gente que monta su puesto lo hace para deshacerse de objetos deteriorados. La intención, según Jesús Giménez de la organización, es que "al final con los trueques se acaben satisfaciendo necesidades de consumo". Se persigue otro tipo de economía más ecológica, fundamentada en reutilizar, reducir y reciclar. Como dice la colaboradora Ciara Condón, "el valor monetario no importa".

La primera experiencia de trueque en Zaragoza tuvo lugar hace unos ocho años en Las Fuentes, de la mano de la Fundación El tranvía. Con los años otras organizaciones, como el Banco de tiempo, y cada vez más particulares fueron tomando contacto con estas iniciativas hasta formar hace dos años la Red de trueque. El culmen hasta el momento fue, este octubre, la 1ª Feria del trueque de Zaragoza en el parque José Antonio Labordeta, que reunió más de 100 puestos desbordando las previsiones de la organización.