Los alumnos de ESO del instituto de enseñanza media Valle del Jiloca, en Calamocha, participan activamente desde hace ocho años en un proyecto de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y SEO/BirdLife que puede ser de gran interés para medir el impacto del cambio climático.

La idea, que se lleva a cabo a través de voluntarios, prendió en el Departamento de Ciencias del centro de enseñanza, donde los profesores Chabier de Jaime y Rodrigo Pérez coordinan a 250 alumnos de todos los niveles de Secundaria.

Los implicados en el programa dedican parte de su tiempo a observar ocho especies del mundo animal y vegetal de la comarca del Valle del Jiloca: la golondrina común, el vencejo común, la grulla común, el milano real, la abeja y la mariposa blanquita de la col, el almendro y la amapola.

"Esta actividad se encuadra en lo que se denomina fenología, una parte de la meteorología que investiga las variaciones atmosféricas en su relación con la vida de animales y plantas", explica De Jaime, que precisa que ocho años "no son suficientes" para verificar en qué medida la progresiva elevación de la temperatura en la Tierra ha incidido en las especies sometidas a observación. "Quizá dentro de unos años, con nuevos chavales realizando la labor de campo, llegue el momento de comenzar el análisis de los datos acumulados", añade.

Los voluntarios se encargan de seguir la llegada otoñal del milano real a los pueblos del Jiloca, a la que sigue la arribada de las primeras grullas, indica el profesor de Calamocha. Asimismo, en primavera se hace hincapié en la primera observación de la abeja y de la mariposa blanquita de la col y la numerada, sin perder de vista la floración del almendro, la llegada de la golondrina, la aparición de la amapola y, por último, la llegada del vencejo común.

En el caso de las golondrinas, más por intuición que por constatación fehaciente, los participantes en el proyecto de Aemet y SEO/BirdLife consideran que se ha producido un descenso de su número, al igual que está sucediendo en el conjunto de España. Pero, al margen de las conclusiones científicas que en su día se alcanzarán, el trabajo que realizan los alumnos sirve antes que nada para ponerlos en contacto con su entorno rural. Curiosamente, pese a que los estudiantes de ambos sexos viven en pequeñas poblaciones, a menudo viven alejados de la actividad agraria, afirma De Jaime.