Nada más concluir agosto, las entidades que organizan los campamentos estivales en Aragón hacen un balance «positivo» de la temporada de verano, un periodo en el que el tiempo ha respetado la mayoría de estas actividades, en la que no se han registrado percances graves. Todo ello, unido a la entrada en vigor de la nueva normativa autonómica que regula estas propuestas, más rigurosa en aspectos como la ratio de monitores, la exigencia de títulos habilitantes o las condiciones sanitarias. Así, y a falta de que el Ejecutivo aragonés facilite los datos relativos a este año, parece que este periodo del 2018 concluye con buena nota.

El presidente de Scouts Aragón, Ángel López, juzga como «positivo» y «muy tranquilo» este verano, en el que no se han encontrado con ningún problema destacable. La entidad ha celebrado un total de 21 campamentos, cerca del 90% de ellos en territorio aragonés. A ellos han acudido unos 2.000 chavales, a los que habría que sumar cerca de otros 2.000 scouts de otras comunidades. Sobre su desarrollo, no observa problemas, salvo la evacuación a Bielsa de un grupo ante la previsión de mal tiempo y el rescate de otro al que cogió una tormenta en plena travesía.

ESPERADO / Otro aspecto destacable ha sido la entrada de la nueva normativa. Al respecto, afirmó que, en lo que se refiere a la seguridad, no cogió «de nuevas» al colectivo, puesto que ya estaban trabajando en ese sentido. «No nos ha sorprendido la norma. Nos gusta que quede por escrito», indicó.

No obstante, destacó las medidas relacionadas con la sanidad y las aguas residuales como las que más afectaron al desarrollo de sus actividades. Además, recalcó otro asunto, el de la exigencia de instalaciones, como generador de conflictos en el futuro. «De aquí en adelante, vamos a tener problemas en Aragón porque la normativa está vinculando mucho el campamento con instalaciones y en la Comunidad no hay tantas instalaciones como campamentos que vienen”, subrayó.

En términos similares se manifestó la directora de la Asociación Juvenil Tebarray, Laura Romanillos, quien informó de que en su campamento de Ansó participaron 113 menores y que allí fue «todo bien». Así, vio «bien» que se endurecieran algunas cuestiones relativas a la seguridad y en su caso particular, la aplicación de las nuevas reglas no les ha causado «ningún problema, más allá de necesitar más gente con titulación». Matizó que han pasado de contar con un 50% de personas tituladas al 75%.

Adolfo Bello, de Abantu, aunque observa algunas carencias, como la necesidad de mejorar la formación de los educadores, considera que se trata de una normativa «especialmente ‘construida’ en pro de la seguridad de los y las participantes». «Es algo que siempre hemos defendido como entidad y como personas, ya que son muchos quienes organizan actividades de esta tipología sin poseer la cualificación necesaria», añadió.

Otro grupo que ha celebrado su campamento con éxito ha sido el centro cultural Ánade, que ha desarrollado su actividad entre Aragüés del Puerto y Jasa, en los Pirineos occidentales. Allí acudieron una treintena de niños. «Se han hecho todas las excursiones previstas y, salvo dos tormentillas, ha hecho buen tiempo», indicaron.