El exministro de Defensa Federico Trillo tenía la última palabra a la hora de contratar los vuelos militares en la época del accidente del Yak-42. Así lo expuso un alto mando del Estado Mayor Conjunto de la Defensa (Emacon) al que era el jefe del Estado Mayor de la Armada, el almirante Sebastián Zaragoza, en el 2005. La carta forma parte de la documentación que en su día fue analizada en la causa penal por el accidente, ya cerrada, pero fue rescatada publicada ayer por El Diario.

La carta fue enviada tras una comparecencia de Trillo en la que, una vez más, negó cualquier responsabilidad y llegó a afirmar que los militares le «dejaron solo» en el caso.

Ante esto, el alto cargo del Emacon reflejaba en la carta que las palabras del ministro eran «dañinas» para la institución militar, y «dolorosas» para quienes fueron «leales subordinados» suyos. El remitente admitía que en las contrataciones pudo pecarse de «exceso de confianza», pero aun así creía que «se hizo bien el trabajo».

Recuerda que en la época (2003) se vivía una «sensibilidad política» con el conflicto iraquí, que «modulaba» la actividad diaria en el Estado Mayor. «En algunos casos, teníamos incluso que esperar a que el JEMAD (Jefe del Estado Mayor de la Defensa) recibiera la autorización del ministro para concretar los detalles finales de algunos vuelos (...), lo que inevitablemente producía improvisaciones, con las consiguientes quejas de los destinatarios de la carga».

Según recuerda la misiva, las «disposiciones presupuestarias» de la época, que obligaban a destinar fondos a otras misiones internacionales y al desastre del Prestige, obligaban a programar solo dos aviones al mes.

Pero, pese a todo ello, el alto mando afirma que nunca le llegaron «quejas relativas a la seguridad de los vuelos antes del día del desgraciado accidente», que en su opinión se debió a «un fallo humano».

Trillo se reincorpora hoy como letrado mayor al Consejo de Estado.