Querido Josep, viejo amigo, colega, maestro:

Más aún que la edad y la mala salud, la tristeza enorme que la situación me produce ha retrasado dos semanas esta carta abierta sobre lo que nos está pasando en Cataluña y en España. Creo que el hecho de que un historiador de tu talla fuera invitado a inaugurar el pasado día 12 ese simposio titulado España contra Cataluña (organizado por el Centro de Historia Contemporánea de Cataluña de la Generalitat que gestiona el camino hacia el separatismo), fue quizá la única excepción en el cúmulo de torpezas que llevaron a celebrarlo.

Que aceptases, sin saber la parafernalia que iba a seguirse y el título (desacertado hasta para Jordi Pujol), no es un crimen, es un error: tu olfato no pudo ocultarte por dónde iban. Pero de errores tenemos todos llenos las biografías si han sido esforzadas. Y el tuyo quedó de inmediato corregido con la formulación rigurosa, llena de citas oportunas y autorizadas, el pulcro repaso a las quejas, de una historia más dura y enérgica que en Aragón, porque siempre fuisteis más, y más peleones, quizá. No porque no tuviéramos agravios. (La Generalitat elabora una lista de lo sufrido en estos tres siglos y ya van dos millares de datos).

AGRADECÍ MUCHO tu deferencia de enviarme el texto unas horas antes de la conferencia, lamentando que se te atacara antes de leerlo. Estaba en catalán, que leí con fruición y el temor de no entender algo bien. No fue así, y he constatado con la versión castellana que luego obtuve (¡pero no ha circulado!), que es un discurso impecable. Y muy hermoso. Y cierto el repaso, amargo, de qué país era el vuestro antes de 1714, "entre los más avanzados y democráticos de Europa", de modo similar a Holanda o Inglaterra, y cómo sintieron siempre su responsabilidad de lograr "la libertad para todos los españoles" y el avance del resto. Envidiada, criticada, durante mucho tiempo, dices, "por más que se mantuvieran al margen de la política española, en la que no tenían lugar ni participación, su proyecto sólo era realizable, en la perspectiva de su tiempo, dentro de España". Pero no se integró fácilmente: era una sociedad "que había crecido de manera diferente y que tenía una cultura distinta".

Fue, en efecto, burgués el principal catalanismo, luego impregnando poco a poco las luchas obreras y republicanas; pero cuando la burguesía gobernó con Franco amordazó aquellos fervores. Y de Cataluña nos llegarían el tirón cultural, las luchas democráticas y autonómicas, de ahí el gran respeto y cariño de muchos, quizás acrecido aquí por la vecindad, el compartir lengua en una amplia zona, haber vivido épocas en que la Corona de la dinastía común --los Aragón-- escenificó grandezas. Y ay, dices, en la transición "parecía que se podía volver a comenzar un nuevo proyecto de convivencia sobre las bases de la constitución española y el estatuto de 1979, pero se cayó en el error de ignorar que los textos legales no están garantizados, si no se tiene la capacidad de intervenir en el control de su interpretación", lo que nuestro sesgado sistema jurídico complica. Y entiendes que se ha roto el pacto de la Transición, especialmente por las deplorables medidas de este gobierno ultraconservador.

No sé ahí, pero no he visto nada resumiendo, glosando, debatiendo lo que dices. Solo algunos columnistas habituales atacaron con rabia la celebración, ninguno dio un ajustado resumen. El País no dudó en calificar en un editorial el simposio de "burdo e indisimulado intento de manipulación política", y "discurso peligrosamente maniqueo y simple", que aplicaba "el esquema clásico de la construcción ideológica de los nacionalismos".

Junto a tu nombre hallé en el programa pocos historiadores que conozca y ninguno de las docenas de excelentes colegas y amigos de las siete universidades catalanas. No sé si no se contó con ellos o declinaron invitaciones. Tampoco he conocido las intervenciones de los que acudieron. En cambio sí he leído críticas al peculiar encuentro, de Elliott, García Cárcel, Enric Ucelay, Fradera, Julián Casanova, Álvarez Junco, Pérez Sarrión y otros, aunque no esté del todo de acuerdo con varios de ellos. Y defensas razonadas, como la de Borja de Riquer replicando a Gabriel Tortella. En casi todas, mucha crispación.

Por eso quiero terminar así:

No deseo la separación de Cataluña. La solución para impedirlo no es negar cambios en la constitución ("¡intocable!"), ni los insultos, amenazas, recuento de dificultades en Europa. Es dialogar, estudiar juntos, ver alternativas.

El gobierno de la Generalitat es muy poco respetable, demagógico, utiliza falsedades históricas, económicas, huyendo de dar cuenta de su mala gestión, su complacencia con la corrupción que le rodea. Pero con el mejor de los equipos, muchos reaccionarían igual. Si una mayoría muy clara, no manipuladas las cifras con preguntas confusas y recuentos trucados, desea la independencia, lo debe poder mostrar y lograr. De modo pacífico y pactado.

¿QUÉ ENTIENDEN los dirigentes separatistas por España? ¿El conjunto de los pueblos que la formamos, ellos también por ahora? ¿El resto menos ellos?¿Los gobiernos centrales? Madrid está lleno de gentes de todas partes, burócratas, plutócratas, buscadores de oro. Fue un error hacerla comunidad autónoma, debió ser capital federal. Pero el federalismo olía a República-

La "hispanofobia" catalana, según Victoria Prego, está siendo azuzada desde el Gobierno central que preside, aunque inerte, Rajoy, y por muchos centralistas furibundos. Entre lo que se ataca a Cataluña por muchos y lo que ahí se monta sobre España, esto cada vez tiene menos remedio. ¿Alguien recuerda ya lo que era y significaba el seny? Nos haría una falta enorme a todos.

Si se tratara de escapar del actual malgobierno central (y muchos autonómicos), yo correría a todo tren, aun con la rodilla operada; pero este pobre pueblo nuestro, también ahí, ha vuelto donde solía tras la primera transición: un mayoritario conservadurismo inculto, irreflexivo, temeroso. Quizá hicimos mal nuestro trabajo, no fue suficiente, como me decía Labordeta, y debamos reintentar un cambio mucho más democrático, libre, solidario.

En fin, querido Josep, perdona que haya reavivado brasas y cenizas, ahora que estarás en tu biblioteca del Instituto Vicéns Vives o dando charlas por alejados institutos de secundaria. Y por cierto: he podido colegir, aunque eres muy prudente, que estarías por la consulta y el sí. Si así fuere, y gana la propuesta, sabes que lloraré de rabia y maldeciré a los principales responsables de la mala gestión del tema; pero también que contarás siempre con mi respeto, gratitud y afecto.