La vuelta al trabajo no solo se hace dura para los adultos. También los niños acusan de forma considerable el fin del periodo vacacional y la vuelta a la rutina. De hecho, pedagogos y psicólogos alertan de que cada año se detectan más casos de estrés postvacacional en niños y que este curso, con una incidencia que rondaría el 10% de los escolares aragoneses, se habría alcanzado la cota máxima. "El fenómeno va creciendo cada vez más y nunca había sido tan importante como este curso", advirtió Juan Antonio Planas, presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía.

Para los expertos, la vuelta a la rutina supone una época especialmente complicada para muchos niños, que acusan el fin de la etapa de asueto y la flexibilidad de horarios para regresar a la escuela y, con ella, las normas y los hábitos de estudio. Sin embargo, exponen la necesidad de diferenciar entre cierta dificultad a la hora de adaptarse a la nueva vida y la continuidad de esa situación durante más tiempo a lo largo del curso. "Ellos no sufren el estrés de la vuelta al trabajo como los adultos, pero es normal que acusen el paso de la diversión a la rutina, aunque el problema se instala si siguen teniendo ese comportamiento durante el curso, por lo que hay que hacer un llamamiento a los padres excesivamente permisivos", apuntó el psicólogo infantil Francisco Royo.

Porque, para los expertos, la actitud de las familias resulta especialmente importante a la hora de calibrar la situación de sus hijos. "Esa especie de trauma por volver a la rutina es solo una de las consecuencias de que haya padres que sobreprotejan demasiado a sus hijos y se empeñen en advertir solo los derechos y no sus obligaciones", indicó Planas.

Así, el niño que sufre algún trastorno de la personalidad y educado en un ambiente de sobreprotección es más proclive a sufrir este estrés en la vuelta al colegio. "Incluso los padres autoritarios tienen mejor pronóstico que los excesivamente permisivos y que le dejan hacer todo lo que quiere", aseguró el presidente de los psicopedagogos.

Los síntomas del escolar afectado por este fenómeno se refieren a cambios de humor, la hipersensibilidad y un carácter irascible y en la adolescencia se erige en la edad crítica para unos chicos que, además, corren el riesgo de tener problemas en el futuro a la hora de hacer amigos porque "es difícil soportarlos con su mal genio y continuos quejidos".