La oenegé Médicos por el Mundo aterrizó ayer en Zaragoza para ofrecer un curso de formación a los catorce voluntarios de Aragón que han decidido dar el paso de no esperar a que el ébola llegue a Europa para combatirlo. El revuelo del año pasado ha dado lugar a una etapa de silencio que no significa que el brote se haya extinguido o que las más de 5.000 vidas que se ha cobrado ya no sean motivo suficiente para seguir luchando. Son profesiones del mundo de la medicina, la logística o la gestión del agua y el saneamiento que han decidido implicarse en su proyecto, en marcha desde diciembre y hasta julio, en Sierra Leona.

"Necesitamos personas que puedan dar relevo a los que ya están allí, en turnos de seis semanas cada uno. Hemos dado cursos en Madrid, Extremadura, Baleares y, después de Aragón, iremos a Andalucía", informó Javier Arcos, médico experto en epidemias y situaciones de emergencia. En África lleva trabajando hace diez años y ayer era uno de los encargados en explicar los protocolos de actuación "para ser eficientes y seguros", es decir, adquirir conocimientos sobre las medidas a adoptar para evitar la propagación actuando, como se hace en este proyecto, en un hospital de Moyamba con cien camas y dedicado exclusivamente a casos de ébola en Sierra Leona. O en actividades de prevención.

Junto a él, Ricargo Angora, medico especializado en Psiquiatría, lamentó la escasa ayuda de España a proyectos como este, y de cooperación al desarrollo en general. Ha caído en picado y ahora son ellos los que tienen que reclutar voluntarios que además "encuentran trabas para obtener permisos" por parte de los Gobiernos autonómicos para los que trabajan.

Es el caso de Inmaculada, médico del 061 en Aragón que acudió al curso porque se siente "indignada" de que "parece que el ébola, como ya no está en España y Europa, ya no exista, y sigue matando a gente". Más de 21.000 casos en este nuevo brote, que es más beligerante porque ha llegado a las grandes urbes. Ella confía en que "el Salud no me ponga problemas" y le deje ir a Sierra Leona, adónde acudirá "con más miedo de lo que pueda importar yo allí que de acabar contagiada" . El temor lo vive más en su entorno, que la ven "con temor y con orgullo".