Las cenizas del torero zaragozano Fermín Murillo, fallecido el 29 de octubre pasado en Valencia, reposan ya frente al burladero del tendido 2 de la plaza de la Misericordia de Zaragoza. Sus hijos, Fermín y Pilar, depositaron en la tarde de ayer el pequeño cofre a un metro de las tablas y lo cubrieron con arena de la plaza en la que su padre debutó sin caballos en un lejano 1952, con 18 años. Otra parte de las cenizas las llevarán a Torrero, junto a la madre de ellos, Pilar, de cuya muerte se cumplían ayer dos años.

Hubo un encuentro hondo en el redondel de la familia taurina aragonesa: Antonio Palacios, el torero rival de la primera época, con el recuerdo de un 3 de octubre del 54 en que debutaron juntos con caballos. "La gente se pegaba por nosotros, unos eran de Fermín y otros míos, pero nos llevábamos muy bien. Fue muy valiente y tenía un corte torero muy bonito"

Había allí diestros de varias épocas: Antonio Luque, Juan Ramos, Roberto Bermejo, Raúl Aranda, Diego Luna...; novilleros como Alejandro Lalana; banderilleros como Romito , Manolo Heredia o Gabriel Lalana; el picador Fernando Moreno. Y gente de gremios asociados, como el sastre de toreros Daniel Roqueta; el ganadero Pepe Marcuello; el presidente de la escuela taurina, Luis Mata; el médico Carlos Valcarreres, quien promovió sin éxito en la vida del diestro la concesión de la Cruz de Beneficencia ; el delegado de Chopera, Ignacio Zorita, por citar algunos, aparte de críticos, locutores, peñistas y aficionados.

Pero quienes estaban situados inmediatamente detrás de los familiares del torero fallecido eran los miembros de la Asociación de discapacitados, con un clavel rojo cada uno. Treinta claveles que fueron depositando junto a las cenizas de quien organizara 30 años seguidos el festival benéfico de Atades en Zaragoza. Ramos y Bermejo recordaban cómo Murillo les puso a torear en el festival "cuando empezábamos". Ellos respondieron en sus buenos años toreando gratis.

Se celebró una misa sobre el albero, la segunda en la historia de la plaza, que había montado ya un altar en sufragio de El Yiyo en el 86. El sacerdote Juan Antonio Gracia, destacó primero lo extraño de oficiar un funeral "en un recinto para la fiesta, la alegría, la música y el sol". Y dijo que era adecuado convertir a La Misericordia en un oratorio en esta ocasión. "Estamos en un lugar --dijo--, en el que un hombre solo (aunque rodeado de gente) se pone con su conciencia frente a la eternidad". El oficiante recordó que aquel hombre de porte altivo "escondía un corazón de niño" y concluyó afirmando que Fermín Murillo "ocupa un lugar de privilegio en el pedestal de los hombres buenos".

Un poema de Fernando García Teruel sonó en la voz del locutor taurino Salvador Asensio: Capote desplegado, porte infinito / erguido, siempre erguido / siempre en tu sitio .